Carta al nuevo Obispo de Barcelona

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Usar hoy el género literario epistolar, tan apreciado por teólogos y analistas del disenso, no quiere decir que hayamos sido atrapados por la edad dorada, ni agraciados por la jubilación anticipada o puestos en el listado de honor del club de los más influyentes. Sencillamente, casi por imitación y por una vez, nos dejamos llevar por un brindis al sol, por el atractivo diálogo de sordos y por todo lo que el viento todavía puede llevarse. Una carta que, por su mismo título, formal y previsible, desata ya lo que es pasado y rompe, de algún modo, el silencio del futuro.

Querido Obispo:
 
Acepte estas primeras simples reflexiones antes de sentarse en una sede tan maltratada por nuestra historia reciente. Y acepte también el signo humilde del anonimato que no hace más que poner el sello de autenticidad a unos argumentos que, puestos en rostro y pluma, perderían atractivo y favorecerían la dispersión. Cuántas oraciones anónimas procuran un enorme bien al pueblo fiel sin la preocupación por su autoría. Sin lugar a dudas, es más decisivo ser capaz de proyectar una misma inspiración capaz de unir a muchos, con respeto recíproco y comunión en lo esencial que identificar al mensajero que puesta la carta en el buzón ya no importa a nadie.

Permítame plasmar unos deseos, casi de forma instintiva, no exentos de previa reflexión y autocrítica. Llegados al punto y final del actual pontificado barcelonés sería necesario un gran plan de acción con el común denominador de desenmascarar lo que impide que nuestra Iglesia diocesana salga de una crisis mucho más cruel y despiadada que la económica imperante.

A pesar de tanta nueva evangelización, de tantos planes pastorales, de la misión metrópolis y del atrio de los gentiles, nuestras calles, pueblos y plazas con sus gentes han agravado su estado de anorexia espiritual, bulimia eclesial y anemia doctrinal. El estilo pastoral de por lo menos tres pontificados nos ha conducido a una situación de urgencia. Hemos sido víctimas del imperio maquiavélico del decir a cada uno lo que quiere escuchar (Jubany) del provincianismo infantil de esperar que los otros sean la solución (Carles) y de la diplomacia de cartón-piedra avalada únicamente con la sonrisa (Sistach). Con distintos zapateros hemos querido, de forma insólita e irresponsable, subir al Gólgota con zapatillas protectoras para dar la vida al mundo con la muerte del Señor pero no con la nuestra.
Durante estos decenios, vivir simple y llanamente la fe la Iglesia en Barcelona se ha convertido en un problema de estrategia, de quedar bien, de no ofender, de aparentar otra cosa, de superar la letra, de adaptar para ser diferentes, de reducir contenidos, de agradar por encima de todo, de contentarnos con que también nos encuentren útiles, de hacernos perdonar, de eliminar lo que no pueda ponerse al servicio de un País como el nuestro, de tener mucho que escuchar y poco que decir, de hacernos los espirituales sin el Espíritu, fomentando lo que quieren hacer todos sin hacer lo que conviene, utilizando la caridad para fomentar la carencia, primando sobretodo el buen hacer de la mente postconciliar para disimular los bajos fondos de las mentes insatisfechas y hasta opuestas con ella.

Así las cosas, los garantes de la vida eclesiástica barcelonesa advierten de que fuera de este micro clima todo será adverso y perjudicial. Y llegan a sentenciar que, fuera de ellos, que parecen ser "de la Iglesia de Jesús", y especialmente en Cataluña "la muy romana", no hay nada. A tenor de lo dicho, con la fuerza de lo alto y ocupando el lugar propio de la criatura, nos atrevemos a decir lo que nos falta, de lo que carecemos, en definitiva, de lo que su ilustrísima podría traernos, aunque sea solo un poco.

Pues, para empezar, un poco de sabiduría. Sea sabio para creer lo que dice y lo que reza. Y no sólo creerlo de cara adentro sino para dar a entender a todos, expresivamente, que se lo cree. Para redondear, un poco de caridad pastoral. La necesitamos todos para que ninguna línea o sensibilidad autorizada y fiel a la Iglesia se vea desatendida por su pastor. Una caridad empieza a ser pastoral cuando se escucha sin bostezar y se une a todos con magisterio.

Para animar, un poco de realismo. Estamos de retirada de la vida social, de parroquias, de espacios públicos y de efectivos. Pero pueden aparecer núcleos fuertes. Anímelos.

Para resaltar, un poco de juventud. Me refiero a aquella interior que no se deja rendir ante las apariencias, y otra exterior que, con santa insistencia, no desconfía del poder de los jóvenes. Así se construye con la alegría de lo que viene, de lo nuevo, de lo que Dios regala. Para reír hace falta un poco de madurez.

Para acertar, un poco de puntería. En los cargos, en las responsabilidades... apuntar a Roma no para presumir y cantar un credo sino para no desafinar en la marcha de la Iglesia.

Un buen servidor no alardeará nunca de ser gris, ni blanco ni negro, sino transparente. Para sobrevolar y no sucumbir bajo el peso del "yo" hace falta un poco de mística. Pídala.

Para progresar, un poco de fidelidad. La que sin decirla se siente con la propia voz. Aunque pocos se apunten y muchos discutan. Fidelidad que no busca consensos enfermizamente. 

Para barrer, un poco de fortaleza. Hay elementos decorativos que ya no sirven, que no son estéticos, que molestan. Si no tiene la fortaleza para barrer en casa hay un nombre para este síndrome de consecuencias fatales para todos los que vivimos en ella.

Quitar estorbos no le costará más lágrimas que en la Cruz.

Para contentar, un poco de fraternidad. Para que el formalismo no impere creando mentiras. En encuentros y convocatorias haga circular el amor de Dios que crea comunión antes que el mero acuerdo. Con santidad personal se puede todo, "si se puede", aunque nunca se haya podido.

Para herir, un poco de verdad y, ahora sí, diplomacia. Una palabra hiriente puede sanar y ser profética. Descartarla supone firmar un pacto con el padre de la mentira y caminar sin rumbo ni futuro.

Para sobrellevar, un poco de independencia. De la buena, no de aquella reivindicada en política. Mejor, independencia de los políticos y decirles una palabra Suya. Para lucir ante ellos el poder razonador de la Fe y no las consignas que quieren escuchar.

Para agradar, un poco de martirio. Pero caiga en la cuenta de que si el martirio se lo causan los que quieren ser fieles a la Fe entonces el mártir se ha equivocado de Dios.

Para disgustar, un poco de silencio. Lo más necesario para evitar la palabrería hueca. Callar es lo que irrita más a los que lo quieren todo sustentado por la ideología. Para saber estar, un poco de oración. No tema arrodillarse ante todos, orar y adorar. Es lo que más edifica a sus colaboradores y a su pueblo fiel que espera verle así orante y sometido.

Para destacar, un poco de humildad. Lo suyo no importa. Lo que quiere Dios por su boca, eso sí que es capacidad de discernimiento. Con esta humildad nadie temerá decirle nada.

Para soñar, hacia dónde llevar a nuestra Archidiócesis más allá de las deudas de sus omisiones y vicios, un poco de Fe. Propáguela.

Justus ut palma

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13 comentarios

  1. Esperemos que en Roma tomen nota de la dramática situación de nuestra diócesis y nos envíen un obispo que no cometa los errores de sus antecesores, que aunque distintos nos han dejando en la mala situación en la que nos encontramos

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  2. "Pero caiga en la cuenta de que si el martirio se lo causan los que quieren ser fieles a la Fe entonces el mártir se ha equivocado de Dios."

    Propongo una conclusión distinta. ¿No cabe la posibilidad que "los que quieren ser fieles a la Fe" deban rectificar y hayan sido fieles a SU fe?

    Como alternativa me atrevería a invitar a algún lector que escribiese "otra" carta, presentando enfoques distintos de la realidad que Iustus ut palma cree ver.

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  3. Una diócesis no la hace solo su obispo por muy bueno y sabio que sea.
    Ya apaño al pobre obispo que le encomienden la sede de Barcelona.
    Solo tendra dos opciones:
    a) Dejar todo como esta, que lo arregle el que venga detras (de eso saben mucho D. Ricardo, y Dr. Lluís).
    b) Remangarse y empezar a reformar cosas (Seminario, Facultad de Teología, Cargos diocesanos, criterios en los nombramientos de Párrocos y Vicarios, Dar más responsabilidades a más laicos,...)

    Todos debemos darnos cuenta que hay menos católicos, la sociedad catalana, barcelonesa, española, y europea en general es menos religiosa y menos católica.
    No se puede mantener toda una estructura como si aquí no hubiera pasado nada.
    Ya nunca más sera como antes.
    El Papa Benedicto XVI habla de que seremos una "minoria creativa" en Europa los católicos.
    El catolicismo sociológico no existe ya en Barcelona. Y el poco que existe en menos de una decada dejara de existir.
    Somos menos fieles y hay menos sacerdotes.
    ¿Por cada fiel que se muere en una parroquia barcelonesa cuantos entran? Respuesta ninguno o casi ninguno.
    El nuevo obispo debe asumir eso, y empezar a cerrar parroquias y algunos centros de culto.
    La poca asistencia de fieles ya en algunas las hace inviables para un culto con un minimo de calidad, y desde el punto de vista económico ya hay algunas que no pueden pagar la factura de la luz, ni la cuota del Fondo Común Diocesano.
    Esa es la realidad.
    Hace falta cuidar las cosas que funcionan (parroquias con vida, movimientos apostólicos, nuevos movimientos, espiritualidades nuevas, delegaciones diocesanas,centros educativos, plataformas digitales diocesanas,...)
    Y no tener miedo a reformar, cerrar, crear,...
    En eso el Obispo joven de Solsona tiene mucho olfato y acierto.
    No puede ser que la estructura mate el Espirito Santo.

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  4. Gracias a Justus ut palma, por esa carta al nuevo Obispo de nuestra querida Diócesis barcelonesa.

    Ya podemos empezar a pedirle al Espíritu Santo quele colme con sus dones y abundantes gracias para que sepa ser un auténtico pastor de almas.

    Decir esto para mi significa, que si por ejemplo, ahora acude a la Misa dominical un 10% de los católicos, con posibilidades de acudir, cuando hayan pasado unos cinco de su ponticado, el porcentaje de practicantes haya subido al menos al 15%. En las vocaciones sacerdotales, que aumente la verdad en la formación de los seminaristas. Ellos no son tontos y no estan dispuestos a tragarse cualquier tipo de enseñanza. Por ejemplo: ¿Se habla de los Novísimos? No lo sé, lo que si sé es que para algún profesor el Infierno no existe, y con ello las consecuencias que se derivan, en cuanto a la existencia del pecado, la necesidad de la Confesión sacramental, etc.

    Y con los políticos, una relación de cortesía y saber decir si, cuando es sí y no cuando debe ser no y no buscar nada más.

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  5. Ni la carta a los Reyes Magos podría ser más abusona.

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  6. ¿Qué os parece la opción de Mas por el conseller Vila? ¿No es una apuesta por el homosexualismo político?

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    Respuestas
    1. No lo creo. Tiene pinta de íntegro, a pesar de su condición sexual de la que nunca ha hecho gala.

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  7. José María Valderas27 de diciembre de 2012, 19:36

    Amigos de Germinans, tiene uno la mala costumbre de acudir a las fuentes o, si urge, a los prontuarios. Las fuentes en el caso de la epístola de Justus ut palma son, sin duda, las cartas de Pablo a Timoteo y Tito. Qué verguenza, si se me permite la ironía, Pablo solicitando la difusión del evangelio por doquier, para lo cual tienen ellos que dejar obispos y presbíteros por doquier, con lo cabal y perfectlo que es la nació católica d´aci. Con nuestro propio idioma (bueno, el de ellos, el de Sistach o Vives, o Pardo, o el de Solsona, no vayamos a mentir a propósito de la inmensa mayoría de los fieles). Leo las fuentes y me avergüenzo.

    Leo el prontuario, el Catecismo de la Iglesia Católica, donde se recuerda los triple munera del que posee los consagrados con el sacramento del orden. Y pienso en el munus docendi. ¿Enseñar Sistach? ¿Enseñar Vives? ¿Enseñar Pardo? Como no sea la oreja...

    A la manera del adviento que acabamos de dejar con la venida del Niño, uno sueña caminos y está a la espera de obispos que sepan incardinarse en la colegialidad y crean suyas las exigencias de la Iglesia Universal, empezando de entrada por los vecinos de La Verneda o la Meridiana, que coge más cerca. Obispos que, a diferencia de los que padecemos en estos lares, cumplan las condiciones que demandaba Pablo y esquematiza el Catecismo. De veras que se le cae a uno el alma a los pies cuando va leyendo y desgranando los números 1555 y siguientes, comparándolo con el panorama de jibarización mental que ahoga la libertad de los hijos de Dios.

    Sin saber lo que iría saliendo en los periódicos avisaba yo hace días en este web que la compañía de Sistach con el padre de unos malabaristas del dinero era un motivo de escándalo. . Nada menos que perororando a su diestra o presidiendo un acto de la facultad de Teología. Dentro del munus docendi está el prudente distanciamiento del paganismo oficial. En mi opinión, el obispo que venga debiera leerse las epístolas de Pablo mencionadas y aplicar lo que se resume en el Catecismo. Con eso sobraría.

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  8. A Ud. le escogeríamos de consultor, consejero, colaborador, mentor, adivinador, profeta tutor, para que fuera expresando su afinada opinión de cómo debe ser el obispo, qué debe hacer,dónde, qué, cuándo...en qué circunstancias. Todo bien atado y bien atado.
    Ud debería ser como el "protocolizador" del iter pastoral, maestro y pedagogo en las singladuras episcopales. Todo iría mejor.

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    1. José María Valderas30 de diciembre de 2012, 19:13

      Me gusta lo de iter pastoral. Tiene empaque. Más que lo de singladura, que es forzado y pretencioso. Estos días se ha hablado mucho en la liturgia y en su glosa teológica del camino de la Virgen, de Nazaret a Belén, como el arranque de la misión. También los frailes comienzan a traficar con la expresión itinerante, mera fantasía romántica de tiempos medievales. Aunque no pertenezco a ningún movimiento, lo del Camino Neocatecumenal suena eficaz, al tiempo que resume la condición del cristiano en peregrinación hacia un reino que es el de la Verdad, como un permanente catecúmeno. No sé, sin embargo, qué sea eso del Iter pastoral. Me gusta la expresión. Como aquel que se quedó anonadado al oír Nabucodonosor al predicador. Más pegado a la realidad mostrenca, uno está familiarizado con el Iter italicum, el recorrido que los renacentistas centroeuropeos hacían para beber la ciencia y el arte en sus fontanas. Entre otras cosas, me alivia de la desazón que produce las lecturas del full dominical de hoy, incluido el recuadro de un obispo auxiliar sobre la familia, sólo salvable en las citas. ¿Puedo decir que mejor hubiera asistido a la Misa de la Familia de Madrid? ¿Lo protocolizo? Y yo con estos pelos, que diría Maruja Torres repitiendo a Vazquez Montalbán. Por cierto, ninguno de mis correligionarios ha querido recogerla. No está escrita para ellos, han concluido. Cui ergo prodest? Cui? Truequen las vocales.

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    2. Gracias, además, por el barroquismo de su exposición. Em empaque de su "iter literario".Ud debe pertenecer al grupo de los espectadores. No sé si comprometido con la historia o sólo instalado en el perfil de su iter hispanicum.

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    3. José María Valderas31 de diciembre de 2012, 15:42

      El instinto me incita a responderle: !la gallina! No entiendo su lenguaje críptico. Me parece excesivo que me compare con Ortega y Gasset. ¿Quiso hacer una frase lapidaria y le salió... un churro? De veras, no entiendo lo del compromiso con la historia. Menos lo del perfil hispanicum. Hispani eran llamados los catalanes, navarros e incluso castellanos en los gremios universitarios europeos. Hermano, que Dios le ampare y que su obispo busque un alfil más aseado.

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    4. Eso de un alfil más aseado, tampoco lo entiendo enmarcado,pues,en su barroquismo rancio. Perfil e iter indefinido. No sé a qué viene lo de ...que Dios le ampare y que su obispo busque...
      Gracias por sus piropos. Siga enredando la "troca". Hace un bien inmenso...Ud y su circunstancia a lo Ortega y Gasset pero sin estar ciertamente a su altura.

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