Capítulo 2: El Círculo Litúrgico natalicio: El Adviento (II)

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El oficio del I Domingo de Adviento llamado popularmente Ad te levavi por las palabras iniciales del introito, se muestra dominado por el pensamiento ocurrente en este tiempo litúrgico: la espera de la venida de Cristo. Ecce nomen Domini venit de longinquo et claritas eius replet orbem terrarum! (He aqui el nombre del Señor que viene de lejos y su claridad llena el orbe terrestre) dice la antifona del Magníficat de las primeras vísperas. La primera parte de este texto está tomada de Isaías, del cual se proveen todas las lecturas de la Escritura hasta Navidad. Del profeta Isaías son también buena parte de las antífonas y responsorios de este tiempo, muy numerosos y entre los más elaborados de todo el Oficio Divino.

Entre estos era muy famoso en la Edad Media por su expresión lírica el responsorio Aspiciens del I Nocturno, el cual hoy en día, con sus tres versículos, mantiene la forma antigua que ya tenía en tiempos de Amalario. He aquí el texto en su forma de ejecución:
Cantor : Aspiciens a longe et ecce video Dei potentiam venientem et nebulam totam terram tegentem. Ite obviam ei et dicite. Nuntia nobis si tu es ipse qui regnaturus es in populo Israel.
Coro: Aspiciens a longe et ecce video Dei potentiam venientem et nebulam totam terram tegentem.
Cantor: Quique terrigenae et filii hominum simul in unum dives et pauper.
Coro : Ite obviam ei et dicite.
Cantor: Qui regis Israel intende, qui deducis velut ovem Joseph.Qui sedes super Cherubim !
Coro : Nuntia nobis si tu es ipse qui regnaturus es in populo Israel.
Cantor: Tollite portas, principes, vestras et elevamini portae aeternales, et introibit.
Coro: Qui regnaturus es in populo Israel
Cantor: Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
Coro: Aspiciens a longe…Ite obviam ei…in populo Israël.
Este responsorio era ejecutado con gran pompa y con un lujo particular de melismas. 

Otra característica medieval de este domingo de Adviento era la interpretación solemne de un tropo en homenaje a San Gregorio Magno, e inmediatamente antes del comienzo del introito de la Misa. Este prólogo que se encuentra en los principales antifonarios, nos ha llegado en dos formas diversas. La primera, más reciente, comienza con las palabras Santissimus namque Gregorius ; la segunda, referida ya por Agobardo de Lyon (+840) no es otra que la adaptación de los famosos versos de Adriano I (772-785) en honor del Pontífice.

Este es el texto más correcto:
Gregorius praesul, meritis et nomine dignus,
Unde genus ducit, summum conscendit honores,
Renovavit monumenta patrum priorum: tunc…
Composuit hunc libellum musicae artis:…
Scholae Cantorum anni circuli, eja, dic, domne, eja:
Ad te levavi animam meam…
San Gregorio componiendo
 inspirado el “Ad te levavi”
El canto de este prólogo desapareció hacia el siglo XIV. Las colectas de estos domingos de Adviento se caracterizan por una fuerte impronta bíblica y una singular factura rítmica y por estar dirigidas al Hijo, apartándose de la tradicional regla litúrgica que dirige al Padre las colectas. Esta sin embargo, como las otras oraciones de la Misa no son composiciones originales, sino derivadas de otras variantes de textos prexistentes. Por ejemplo, la colecta del I Domingo de Adviento es la antigua fórmula de la oratio super populum del lunes después del III Domingo de Cuaresma, en la cual se sustituye el protocolo inicial por la invocación “ Excita, Domine, potentiam tuam et veni” dirigiéndola a Cristo que tiene que venir. Es posible que la mano correctora fuera la del mismo San Gregorio.

Notemos también que hasta la reforma de San Pío V la lectura del evangelio presentaba una gran diversidad entre las Iglesias prevaleciendo finalmente la perícopa de San Lucas 21,25: Erunt signa in sole et luna.

Otra de las características de la liturgia de este tiempo es la costumbre de tener durante el ambiento un ciclo especial de predicación, más orgánico y unitario, con la intención de preparar y purificar a los fieles en vistas a las fiestas de Navidad.


Benedicto XVI en la celebración del domingo Gaudete
Entre los domingos de Adviento, el tercero, llamado Gaudete, por las palabras iniciales del introito, era la más popular, debido a la estación que el Papa hacia en la basílica de San Pedro. La función vigiliar comenzaba a media noche y era doble. Era precedida de un oficio con tres salmos y tres lecturas cantadas desde el ambón del altar inferior de la Confesión, después se cantaban Maitines en la basílica superior, en el altar mayor, y se celebraba la misa. Las lecturas se repartían entre los canónigos de San Pedro y los Cardenales. La última era leída por el Papa. En la misa medieval se cantaba el Gloria y después de la colecta se cantaban unos versos de alabanza en honor del Papa (Laudes). Estos signos de alegría, reflejo de algunos textos litúrgicos de este día, se mantienen en parte hoy en día en la misa. Suena el órgano, vuelven las flores al altar, el celebrante se reviste con el color rosa y los ministros retoman los ornamentos más festivos. Es muy posible que todo ello haya sido introducido por analogía a cuanto se hace en el domingo Laetare , IV de Cuaresma.

Dom Gregori Maria

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