La razón de fondo de la convocatoria por el Papa de este Año de la Fe , mediante la Carta Apostólica Porta Fidei en forma de Motu proprio queda patente en este texto del párrafo 12 del documento: En efecto, la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos , tienden a la verdad. Es este agudísimo problema el que lleva a muchos católicos (entre ellos, algunos muy significados por su responsabilidad pastoral, por su vida consagrada o por su rango jerárquico) a arrugarse ante un mundo que abomina de la fe religiosa, empeñado como está en sustituirla por otros géneros de fe.
Es cierto que cuando la Iglesia colectivamente dice “ creemos ”, nunca ha tenido miedo de que la ciencia se convirtiese por sí misma en enemigo de la fe. Pero igual de cierto es que a los católicos no nos cuesta nada decir “ creo ” cuando recitamos el credo; pero que cada vez nos cuesta más pronunciar ese “ creo ” fuera de la iglesia. Conozco a unos pocos curas que se atreven a comportarse como curas y evangelizar (y no precisamente en plan tostón) en todos los ámbitos y circunstancias en que se encuentran; frente a una gran mayoría que sólo ejercen de curas en la iglesia, igual que la inmensa mayoría de católicos sólo aceptan que se les reconozca como tales en la iglesia. Fuera de ella, unos y otros ponen todo su empeño en que no se les note que son de Iglesia.
Ése es el gran problema: estamos viviendo una fe sumamente acomplejada; y como san Pedro, evitamos que nos pregunten; pero si lo hacen, poco nos cuesta decir que nosotros no somos de ésos. Y no nos conformamos con negar a Jesús tres veces, ni nos importa que se desgañite el gallo. Es que encima andamos muy mal de argumentos no ya religiosos, sino puramente lógicos para defender nuestra fe si somos zaheridos por su causa. Si nos acusan de que nuestra fe choca con la ciencia, somos incapaces de articular una mínima respuesta.
Tenemos algunos problemas muy serios de puro sistema operativo: como suelen decir los políticos que pierden popularidad y elecciones, su problema es que “no han sabido explicar adecuadamente” lo que dicen que tan bien han hecho. En efecto, la Iglesia no se puede limitar a explicarles su mensaje a los fieles (incluso esto, en algunos pastores adolece de severos déficit), sino que ha de asentar firmemente en el mundo en que vive su dimensión histórica y social, de manera que la sociedad le reconozca el derecho a la existencia (un derecho que se le regatea en algunos países y se le niega de plano en otros: “la única iglesia que ilumina es la que arde”, dicen) y muestre su reconocimiento por la poderosa contribución de ésta al bien de toda la sociedad.
Como muy bien dice Benedicto XVI en la Porta Fídei , “el Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad”. La caridad como testimonio de fe. ¿Pero es eso cierto? ¿Podemos decir de verdad que la inmensa obra de caridad que impulsa la Iglesia es un testimonio de su fe? Es cierto que “ la fe sin la caridad no da fruto ; pero igual de cierto es que “la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino” . Ésa es la triste realidad: incluso las obras de caridad de la Iglesia adolecen de falta de fe; con lo que se devalúan tremendamente convirtiéndose en simple solidaridad. Y eso queda bien lejos de lo que nos recuerda el Papa: “ En efecto, muchos cristianos dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado”
Pero incluso en la caridad desprovista de fe y transformada en solidaridad, incluso en ésta vemos la hermosa huella que ha dejado el cristianismo en la humanidad. Toda la obra asistencial que tan nítidamente reflejan las obras de misericordia, han sido obra de la Iglesia, seguida e imitada luego por la sociedad civil en unos casos, y por el poder en otros. E incluso ese principio de igualdad en que se asienta el sistema democrático, es fruto del largo esfuerzo que hizo la Iglesia por conseguir al menos la igualdad jurídica en un mundo en el que estaban consagradas en la legislación las más sangrantes desigualdades.
No se necesita ser cristiano ni católico, ni profesar ningún género de fe para reconocer la profunda huella que ha dejado el cristianismo en el mundo. No es una cuestión de fe aceptar que el hecho histórico del nacimiento, vida y pasión de Cristo seguidas de la fundación de su Iglesia, cambió decididamente el rumbo de la historia. Y cambió sobre todo el corazón de la humanidad, colocando en la lista de los vicios muchas de las que se habían llamado virtudes entre los romanos; y pasando a llamar virtudes un puñado de conductas que habían sido menospreciadas por el sistema universal de dominación.
Quizá vaya siendo hora de que además de cultivar la fe religiosa que es la que nos salva, nos empleemos a fondo en el cultivo de la fe en nosotros mismos y en la exhibición de esta fe ante el mundo. Necesitamos estar convencidos de que siendo católicos y comportándonos como tales, rendimos un gran servicio a la sociedad en que vivimos. Y es importante que esa fe se nos note. ¿Cómo pretendemos de otro modo que los demás crean en nosotros y nos respeten con nuestras creencias, si ni siquiera perciben esa fe en nosotros mismos, ni ven que tengamos el menor interés en hacernos respetar?
“Queremos celebrar este Año de manera digna y fecunda ”, dice el Papa. Ojalá seamos capaces de cumplir esas dos condiciones: dignidad y abundancia de frutos. No es nada fácil; porque como nos recuerda el Santo Padre, “ habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo ”.
La tarea es ciertamente inmensa: emprender la Nueva Evangelización teniendo como instrumentos más inmediatos los textos del Concilio y el Catecismo de la Iglesia, y un Año de la Fe como pórtico ( Porta Fídei ), es ciertamente una diseño muy potente; pero su plasmación en obras que den buenos frutos, será ciertamente ardua.
Virtelius Temerarius
Excelente análisis y muy bien expuesto. Que Dios nos asista para que podamos hacer frente a este dificil reto.
ResponderEliminarDesengáñate, Vitelius. El mundo odia a Cristo. Y en la medida en que se anuncia la Verdad, en esa misma medida viene la persecución y el desprecio. Jesús fue el mejor comunicador de la historia. Es la Palabra hecha carne. Cuando hablaba, se le entendía perfectamente. Por eso lo crucificaron. Como nosotros no queremos que nos crucifiquen, cuando hablamos nadie nos entiende...
ResponderEliminarEs un escrito que expresa una convicción personal. Un escrito muy bien elaborado.¡Ojalá,unos y otros, vivamos la fe con más ardor, más conscientes, sin escondernos,"convencidos".Como muy bien dice el Virtelius,(que no tiene nada de "Temerarius" )se diga el CREDO, no "rezado" sino proclamado. En algunas iglesia el CREDO de la misa casi no se oye.Es como un rumor o rezo rutinario.Hay que consolidarlo y proclamarlo fuerte, sobretodo en la vida.
ResponderEliminarTambién aprovecho para decir que el Himno oficial del año de la fe tanto la letra como la música es excelente.Se puede oir, por ejemplo, en youtube, <"himno de la fe"> y que se canta en varias naciones.
Hemos de partir de la base que la Fe es un gratuito de Dios, que da a quín se la pide. Se empieza por el sacramento del Bautismo, ha de continuar en casa con los padres, para que esa Fe de niño se vaya acrecentando. Vendra el momento de recibir los otros sacramentos de iniciación cristiana, como el de la Reconciliación, Eucaristía y Confirmación. En ellos el Espíritu Santo, derrama a manos llenas su gracía para que la Fe de niño se vaya haciendo adulta.
ResponderEliminarEl Credo en la Misa dominical o en las solemnidades debe ser proclamado o recitado despacio, que parece que es lo mismo. Por otra parte, eso no basta, primero hay que vivir la fe que profesamos, en el Credo, durante todos los días y en todo momento, eso significa ser consecuentes, y como esto es practicamente imposible, desde una prespectiva meramente humana, hay que recurrir frecuentemente a los Sacramentos de la Reconciliación y Eucarstía para que Fe no decaiga y la sepamos llevar a nuestro campo familiar y profesional. No hace falta ni hacer proselitismo ni ninguna clase de aspavientos, solo es necesario, mostrarse tal cual uno es. El Señor sin duda ya ayuda y eso lo puedo decir por propia experiencia.
Ahora bien, para que eso pueda producirse, no basta con quedarse en el Catecismo de la Confirmación, que practicado y vivido ya es mucho pero es conveniente ir aumentando los conocimientos sobre nuestra Fe, y aparte de los libros que hay para ello, podría ser interesante que GG, fuera desgranando casa semana, por ejemplo, un articulo de nuestro Credo.
Un chistecillo que corre entre curas:
EliminarDicen que en el campanario de una parroquia se instaló una paloma que lo llenaba todo de porquería. El párroco puso CDs colgando d eun cordel, para que se asustara con los reflejos y se marchara, pero el ave volvía en las horas de menos sol, por lo que el vicario se jugó la vida para poner unos alambres antipalomas. No sirvió de nada y a la semana, todo eran quejas d elos felifreses por sus abrigos y coches manchados.
Estaba un día d evisita el obispo y le dijeron que fuera con cuidado, que podía caerle un proyectil. Él respondió: "Tranquilos, que esta ya no vuelve..." Y le dió la Confirmación.
Es lamentable cómo en muchos casos, los chavales ya no vuelven tras haber recibido este Sacramento. Las parroquias tiene que ofrecerles una atención y un puesto en el que se encuentren a gusto y sirva para mantener su fe.
Acobo de leer en LAVANGUARDIA.COM, el hermoso testimonio de Fe, del padre de la última victima en la fiesta del Madrid Arena, que creo puede ser alentador para los lectores de ese blog y dice así:
EliminarMadrid. (EFE).- Nicolás Langdon, padre de la menor muerta ayer como consecuencia de una avalancha humana en el Madrid Arena, ha asegurado hoy que la familia está viviendo con "mucha tristeza y mucho dolor" la pérdida de su hija, pero ha afirmado que su fe les ayuda a verlo con serenidad y paz. "Hay que aceptarlo", ha dicho.
Cientos de personas han acudido desde las cinco de la tarde al tanatorio San Isidro, en Madrid, a velar a Belén Langdon, la joven fallecida ayer como consecuencia de las heridas sufridas en el Madrid Arena,
Pocos minutos antes de esa hora, llegaban al lugar los padres de la joven y sus hermanos (era la penúltima hermana de siete), todos muy serenos, y en todo momento se han visto arropados por familiares y amigos, entre ellos muchos jóvenes amigos de la fallecida o de sus hermanos.
Han acudido también numerosos sacerdotes, dado que la familia es muy religiosa; de hecho, uno de los hermanos de la menor es cura y otro de ellos es seminarista.
Bajo la lluvia esperaba también un nutrido grupo de periodistas, a los que el padre de la joven fallecida, Nicolás, ha querido acercarse a media tarde para agradecer su interés. "Estamos viviendo estos momentos con mucha tristeza, con mucho dolor, por nuestra pérdida, pero a la vez con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor. Ha querido que sea de esta manera, y hay que aceptarlo. De esa manera uno se siente muy triste, evidentemente, pero con mucha paz y mucha serenidad", ha dicho, en una breve declaración ante los periodistas.
A riesgo de parecer heterodoxo: no creo que la Fe sea un don gratuito de Dios. Mi convicción es que hay que ganársela día a día.
ResponderEliminarPor otra parte, una cosa de la que creo deberíamos aprender los católicos: los protestantes tienen mucho menos miedo a expresar y hablar abiertamente de su Fe.
Y una última cosa: la ciencia deja de ser ciencia cuando, como tantas veces, se convierte a su vez en creencia. Eso es algo que a menudo se olvida.
para dejarlo en su sitio, la fe es un don gratuíto de Dios, pero la podemos perder si no la vivimos cada día. Para poner un símil comprensible, es como el amor a nuestra novia o a nuestra mujer. Un día viene, pero puede morir por falta de uso.
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