Capítulo 13: Los trabajos de Restauración

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El joven abad Guéranger y Luis Nierdemeier
Varias aportaciones del siglo XIX fueron de gran ayuda para una comprensión más clara de la grandeza del canto gregoriano y la necesidad de su restauración. Ante todo, la instalación de los benedictinos en Solesmes en 1835 bajo la dirección de Dom Guéranger, que sólo contaba 30 años, para quien la liturgia solo existía unida a la música.

En el aspecto si queremos más laico, más fugaz, se fundó la escuela Nierdermeier, en 1853. Luis Nierdermeier era un protestante suizo atraído por el gregoriano que se trasladó a Francia para fundar una escuela donde los organistas y maestros de la capilla aprendieran su oficio. Sus alumnos fueron numerosos; la mayor parte de organistas del siglo XIX procedían de su escuela. 

Finalmente, Charles Bord (1863-1909), reunió los cantores de Saint Gervais con el único intento de cantar el gregoriano y la polifonía del Renacimiento. El terreno estaba preparado, el éxito llegó inmediatamente y se acrecentó más tarde cuando Bord fundó la schola cantorum con V. de Indi y A. Gilmau. Sin embargo, estos esfuerzos de los músicos laicos no tenían la continuidad de una institución monástica como la de Solesmes, donde por expresa voluntad del fundador, el gregoriano formaba parte de la liturgia. La restauración del canto gregoriano se insería en el Movimiento Litúrgico, inaugurado hacia 1840 por el abad de Solesmes, a favor del retorno de las diócesis francesas a la liturgia romana. 

http://www.st-benoit-du-lac.com/congregation/moines/solesmes.jpg
Sant Pierre de Sol
Tristemente se estableció una especie de competencia entre la abadía que reunía sabios pero que todavía editaba poco, y algunos editores que se apresuraban a aprovechar los privilegios que les habían sido concedidos. 

Hacia 1850 aparecieron las detestables publicaciones de De Brauch. Una comisión nombrada por los obispos de Reims y Cambray, que habían restablecido en sus diócesis el rito romano, después de haber recogido un cierto número de manuscritos y especialmente el famoso códice alfabético de Montpellier, publicó en 1851 el Gradual y el Antifonario. La edición por varios motivos, acabó siendo muy imperfecta, pero sus principios base eran adecuados y señalaba un claro progreso. Pio IX en1856 aprobó la obra con un breve enviado a Mons. Paris, obispo de Arras. 

En 1859, Solesmes había recibido una importante ayuda. En 1860 Don Guéranger encargaba a Dom Joseph Pothier (futuro abad de Saint Wandrille), con la ayuda de Dom Jaussions, un examen ordenado de los principales códices del canto para preparar una buena edición para su uso en los monasterios benedictinos. La labor se demoró en medio a múltiples dificultades pero finalmente Dom Pothier pudo sacar a la luz una edición del Gradual editado en 1883, escrito exactamente en la anotación neumática medieval, y posteriormente del Antifonario editado en 1891 y más tarde del Procesional y del Responsorial. 

Dom Mocquereau y Dom Pothier
Durante este tiempo, dos religiosos, Dom Jausion y Dom Mocquereau, colaboradores de Dom Pothier, recorrían de nuevo las bibliotecas. En este período Dom Mocquereau, director de la escuela práctica de canto de Solesmes, tuvo la idea de una Paleografía musical: la publicación en fototipia de los principales códigos neumáticos cuya aparición se inició en 1889 y cuyo objeto era poner a la disposición de todos los investigadores el facsímil de los principales manuscritos gregorianos. En ella se reproducen fotográficamente relevantes manuscritos de canto desde el siglo X hasta el XIII sacando a la luz las pruebas de la unanimidad sustancial de la tradición gregoriana manuscrita. 

Este vasto y científico movimiento en pro de la restitución de las genuinas melodías tradicionales, que en el Congreso de Arezzo de 1882 había obtenido la adhesión de los más ilustres musicólogos y que venía extendiéndose cada vez más en la Iglesia mediante la publicación de las populares melodías solesmenses, tuvo su definitiva sanción oficial por la Santa Sede con el maravilloso Motu Proprio de Pío X sobre la música sacra, del 22 de noviembre de 1903, trazando las normas para la restauración del auténtico canto sacro. 

Poco después la Congregación de Ritos, con decreto del 8 de enero de 1904, declaraba caducos y nulos los privilegios y las recomendaciones concedidas a la Edición Medicea decretando la abolición absoluta de ésta y concluyendo así el doloroso equivoco.

Finalmente con Motu Proprio del 25 de abril de 1904, San Pío X confiaba a los benedictinos de Solesmes y a una comisión compuesta de los mejores gregorianistas, presidida por Dom Pothier, el encargo de “restablecer las melodías de la Iglesia, llamadas gregorianas, en su integridad y pureza a fe de los códices más antiguos, teniendo especial cuidado de la legitima tradición, contenida en los códices a través de los siglos y del uso práctico de la actual liturgia”. Acto seguido, por algunos contrastes surgidos en el seno de la Comisión, la obra quedó confiada en exclusividad a Dom Pothier, que publicó en la typica Vaticana las melodías de todos los cantos de la misa y de las horas diurnas.

De esta manera, después de casi tres siglos, fue devuelta a la Iglesia la unidad de su canto tradicional “de una manera tan sensible a la ciencia, la historia, el arte y la dignidad del canto litúrgico”.

Esta inestimable colección ha sido el punto de apoyo de la mayor parte de trabajos relativos al canto litúrgico, y continua publicándose con regularidad. Por otra parte, a medida que la técnica de la fotografía se perfeccionaba, el scriptorium de Solesmes se enriquecía, así como su biblioteca, y permitía estudios cada vez más precisos y sobre un mayor número de manuscritos. Otros centros de investigación se constituyeron poco a poco, por ejemplo Verón, Marialach, Montserrat, Silos... de tal manera que, lejos de estar aislada, la abadía de Solesmes es el centro de una labor cada vez más conocida.

Dom Gregori Maria

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2 comentarios

  1. Excelente articulo brillante y erudito como siempre D. Gregorio Maria

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  2. Hola.

    Me he topado con este blog por casualidad, mientras preparaba una larga entrada sobre el gregoriano. En ella he enlazado esta entrada, que como dice el comentario anónimo es excelente y erudita. Lo agrego ya a mis favoritos. Y ya que estoy, aprovecho para hacer publicidad de mi blog, ya que, si por aquí se cultiva la afición al canto gregoriano, he publicado dos entradas que pueden resultar de interés:

    http://uhdlmc.blogspot.com.es/2012/12/la-musica-en-el-primer-milenio.html

    http://uhdlmc.blogspot.com.es/2012/12/el-canto-gregoriano.html

    Saludos.

    ResponderEliminar

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