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Me he adentrado también yo en uno de esos callejones desiertos, empapados de incienso y mirra, besados por los sueños, por los perfumes y engalanados por fragmentos de milenaria civilización. Me he escondido tras haber perdido las huellas de aquel Hombre, que clavado en una Cruz, se alzaba encima de aquel cerro desnudo de Jerusalén. Allí arriba colgaba el capitán de una cuadrilla de locos que había osado desafiar las tradiciones multiseculares de escribas y fariseos. Solo, en compañía de una mujer y de un amigo, desafiando la burla, el escarnio y los insultos de la humanidad. Todos los demás habían huido, presos de un terror que había desmantelado sus seguridades, sus sueños vencedores, su fortaleza.
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Dom Adalbert Puigseslloses
*Escrito publicado en "Revista Digital Catalunya Central".
Muy poético; precioso. Pero Jesús no nos lleva hacia los sueños, sino fuera, precisamente, de la pesadilla en la que Adán y Eva cayeron, y que tan lucrativa era para las castas dirigentes judías. Los hombres vivían encadenados en esa diabólica caverna, atemorizados y dejándose dirigir por quienes aspiraban solamente a mantenerlos allí. Cristo nos lleva a la Verdad. Sólo el verdadero Señor nos quiere libres de todo sueño.
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