tag:blogger.com,1999:blog-4922662597560395612.post747682822749982990..comments2024-03-29T09:26:39.816+01:00Comments on Germinans Germinabit: La Glosa Dominical de GerminansGerminans Germinabithttp://www.blogger.com/profile/01044569386616464056noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-4922662597560395612.post-43665812960835959782014-05-24T08:03:43.545+02:002014-05-24T08:03:43.545+02:00Gracias Fray Tomàs por la Glosa de esta semana.
L...Gracias Fray Tomàs por la Glosa de esta semana.<br /><br />La fe cristiana no consiste en un código de normas morales sino en la adhesión a una persona: Cristo. Pero no se trata de una adhesión cualquiera sino la que nace de un amor radical y total hacia él, hasta no querer otra cosa más que su voluntad.<br /> <br />Ser discípulo de Cristo, es decir, amarlo a él por sobre todo significa obedecer su voluntad por sobre todo; significa obedecer su voluntad, incluso cuando cueste, incluso cuando está en contraste con la voluntad de los hombres, aunque sean el padre, la madre, la mujer, los hijos, los hermanos, los amigos o los poderes de este mundo. Pedro y los apóstoles demostraron amar a Cristo cuando dijeron con valentía ante el tribunal judío que les prohibía predicar a Cristo: "Hay que obedecer a Dios ante que a los hombres" (Hech 5,29). Y la historia demuestra que siguieron predicando, aunque les costara la vida. Esto significa ser cristiano. ¡Qué lejos está de ser un código de normas morales!<br /> <br />Este es el sentido del criterio que nos da Jesús en el Evangelio de hoy para poder discernir un verdadero amor hacia él. Y lo formula de dos maneras, al comienzo y al final del Evangelio de hoy: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.... el que acoge mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama". Se trata de dos puntos de vista complementarios. <br /><br />"Si ma amáis, guardaréis mis mandamientos". El que ama a Jesús observa espontáneamente su voluntad y lo hace con gozo. El que ama a Jesús verdaderamente, encuentra su alegría en hacer su voluntad y nada se lo puede impedir. No lo hace por obligación, sino por el gusto de complacer a Cristo. Incluso se alegra si en ello encuentra dificultad, como ocurrió a los apóstoles: "Después de haberlos azotado, los dejaron libres... Ellos marcharon de la presencia del tribunal contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre" (Hech 5,40.41). Muchas veces conocemos claramente la voluntad de Cristo ante diversas situaciones del mundo moderno; pero nos dejamos atemorizar por la mentalidad imperante, por la crítica de los amigos, por el temor al ridículo y a parecer distintos, y cedemos a la voluntad de otros. En este caso en lugar de obedecer a Cristo, y ser de esta manera libres, caemos esclavos de un tirano sin nombre: el ambiente. Otras veces cedemos porque deseamos complacer a los hombres, deseamos obtener su favor, sus beneficios, su voto... Esto ocurre porque aún no amamos a Cristo suficientemente.<br /> <br />"El que acoge mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama". Aquí se trata de un criterio propiamente tal. ¿Cómo puedo hacer para saber si yo amo a Cristo y no me dejo ilusionar más bien por un vago sentimiento? Jesús no se deja convencer por vacías profesiones de amor. Le interesa algo concreto. La única demostración de amor que acepta como sincera es el cumplimiento de su voluntad, de sus mandamientos. No importa si no tenemos sentimientos de amor, si no sentimos nada, si sufrimos aridez en nuestro contacto con Dios; eso no significa nada. El único argumento que nos permite reconocer nuestro amor a Cristo es el cumplimiento de sus mandamientos. De lo contrario, si tenemos muchas expresiones sensibles pero no cumplimos la voluntad de Dios, mereceremos esta advertencia: "No el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7,21).<br /> <br />¿Cómo podemos conocer la voluntad de Cristo ante las situaciones nuevas que ofrece el mundo moderno, para que cumpliendola, lo amemos? Es preferible responder con las palabras del mismo Cristo. El dijo a los apóstoles y a sus sucesores: "Quien a vosotros escucha, a mi me escucha; quien a vosotros rechaza, a mi me rechaza" (Lc 10,16). Y para hacer operativa esta sentencia, dejó a la Iglesia el Espíritu de la verdad, que le garantiza un magisterio infalible en materias de fe y moral. Obedeciendo a la Iglesia cuando nos expone la voluntad de Dios, obedecemos a Cristo mismo.<br />Rogelio Tnoreply@blogger.com