Hay imágenes que, por su aparente inocencia, revelan más de lo que esconden. La fotografía del obispo Francesc Conesa, titular de la diócesis de Solsona, disfrutando de un helado en compañía de un joven en el Jubileo romano, con ademán desenfadado y gesto distendido y risueño, podría parecer una escena trivial, propia de una jornada veraniega, de visita pastoral a unas colonias del obispado.
Pero evidentemente no era ésa la circunstancia. En el contexto actual de la Iglesia, donde cada gesto del pastor se convierte en signo de lo que quiere ser el episcopado, esta instantánea merece una lectura más profunda. En efecto, ni fue un acierto en su momento que el obispo se disfrazase de demonio en las fiestas de La Patum de Berga (desnaturalización de las fiestas del Corpus Cristi), con reportaje y todo, ni tampoco es la de hoy la imagen que cualquier fiel espera de un obispo.
No se trata de censurar el disfrute de un helado —Dios nos libre de tal rigorismo—, sino de preguntarnos qué representa esta trivialización (más bien diría vulgarización) de la persona del obispo en el imaginario de los fieles. ¿Se imaginan una foto del papa comiendo un helado fuera de todo contexto? ¿Es este el pastor que vela por sus ovejas, que custodia la doctrina, que se presenta como signo de lo sagrado? ¿O es más bien el animador de una parroquia convertida en centro juvenil con bar incluido, donde la cruz se diluye entre cucuruchos y sonrisas? Les aseguro que nuestros políticos no dejarían publicar una imagen suya comiendo un helado: dando la imagen, queriendo o sin querer, de que eso forma parte de su ministerio, digna de ser destacada.
La figura episcopal, otrora revestida de dignidad y gravedad, parece hoy sometida a una operación de marketing emocional. El obispo ya no es maestro de la fe, sino compañero de juegos y de juergas moralmente irreprochables. Ya no enseña desde la cátedra, sino que se mimetiza con el ambiente, buscando la aprobación del público infiel en primer lugar, y por añadidura, del público fiel en gestos simpáticos. ¿Dónde queda entonces el munus docendi, el deber de enseñar, cuando el mensaje se reduce a una imagen de Instagram?
El episcopado ya no predica la cruz, sino la comodidad y la distensión. Ya no exhorta al sacrificio, sino al entretenimiento. Ya no distingue lo sagrado de lo profano, sino que se mezcla todo en una confusión que ofende a Dios y escandaliza a los fieles.
El obispo, revestido del carácter indeleble del orden sagrado, no está llamado a ser simpático, sino santo. No está llamado a agradar al mundo, sino a salvar almas. No está llamado a compartir helados (si lo hace, no ha de ser esa la imagen con la que se promocione), sino a distribuir la gracia.
Cualquier persona sensata, al contemplar esta escena, no dudaría en señalar la frivolidad como síntoma de una enfermedad más profunda: la secularización interna del clero y del mismo episcopado. El abandono de los signos externos de lo sagrado —la sotana, el silencio, la oración pública— no es casual, sino parte de una estrategia que busca hacer de la Iglesia una ONG simpática (sin la cruz, por no ofender a sus principales beneficiarios), al estilo del Open Arms de Soros, desprovista de misterio y alineada con la Agenda 2030: “no tendrás nada -ni siquiera la fe- y serás feliz”.
Y mientras tanto, el pueblo fiel, ese que aún busca en sus pastores un reflejo de Cristo Sacerdote, se encuentra con obispos que se confunden con monitores de campamento. Hasta el punto de que la cruz que cuelga del cuello del obispo Conesa y descansa al descuido, con cierta irreverencia, en la ligera prominencia de su barriga) parece más un accesorio de bisutería que un signo de redención. El helado (centro nuclear de la imagen en que ha querido o ha permitido identificarse el obispo), símbolo de lo efímero, se convierte en metáfora de una pastoral que se derrite ante el calor del mundo. Y justamente por su naturaleza tan efímera, se administra en pequeños comprimidos a los que se supone una alta eficacia. Las fórmulas, las tiene el obispo.
Y el joven que le acompaña, señalando (¿al fotógrafo?) con el pulgar en alto, el “me gusta” (like) de la situación y de su inmortalización en la foto. Nada que objetar, sino la trivialización de la figura del obispo, de la elección de esa foto tan fresca para resaltar su dignidad episcopal.
No se trata, pues, de nostalgia, sino de identidad. La Iglesia no necesita obispos simpáticos, sino santos. No necesita gestos vacíos, sino signos que hablen de eternidad. Porque si el episcopado se banaliza, ¿qué quedará del sacramento del orden, del cual piensan que son dueños? ¿Qué quedará del testimonio profético?
Solsona, tierra de profundas raíces cristianas, regada por la sangre de sus mártires y, a la vez, maltratada por el escándalo de obispos extraviados, merece un pastor que sepa conjugar cercanía con profundidad, alegría con reverencia. Y los jóvenes, esos que hoy ríen junto al obispo, merecen algo más que unos helados: merecen una Verdad que no se derrita y que les conduzca a una eternidad bienaventurada.
Lluís Llagostera
Os tenéis que relajar un poquito... la segunda venida os va a pillar demasiado ocupados criticando por doquier y buscándole la quinta para al gato, que claro, siempre la encontráis, sois tan sabios e inteligentes, que imposible de otro modo.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. El Sr. Llagostera no hace justicia en comparar el helado de Conesa con el disfraz de patumaire de Novell.
EliminarPerfectamente de acuerdo, el mismo Jesucristo nunca lanzó ni siquiera una sonrisa públicamente, se limitaba a ser "amable" y punto.
ResponderEliminarY Jesús fue invitado a unas bodas y comió con sus amigos...
EliminarGarrell lee el evangelio, no seas tan ignorante.
En los escritos de María Valtorta, se constata que Jesús sonreía, pero solo REÍA cuando estaba con los niños.
EliminarMT
Estoy totalmente de acuerdo con Vd. , Sr. Llagostera. Confunden la verdadera evangelización y ayudan a la confusión y alejamiento de la verdadera FE. Estos obispillos son los que deberían acompañar, en la misión encomendada por la Iglesia, a los sacerdotes que desean cumplir con su entrega a la predicación del Evangelio. Que Dios nos ayude y su Espíritu nos acompañe en el camino que deseamos recorrer. Amén.
ResponderEliminarHay un estudio que lo rescato con modificaciones actualizadas sobre esta trivialización del obispo en la etapa final de Benedicto XVI, en todo el pontificado de Francisco, origen de esta banalización, y parece que se acelera bajo León XIV, salido de Francisco. Alguna causa puede ser discutible, pero se trata de informar y criticar, pues a los laicos nos importa muchísimo no tener obispos payasos, estrambóticos e indignos sucesores de los Apóstoles.
ResponderEliminarLa figura del obispo, como sucesor de los apóstoles y portador del triple munus (enseñar, santificar y regir), ha sido tradicionalmente un signo visible de la presencia de Cristo en la Iglesia.
Sin embargo, en el contexto europeo contemporáneo, marcado por la secularización, la mediatización y la búsqueda de relevancia cultural, algunos obispos han adoptado comportamientos y gestos que, en su intento de cercanía, han sido percibidos como una trivialización de su función sagrada.
.....
1. Marco teológico y canónico: la identidad del obispo y la importancia de los signos
a) Teología del episcopado: Según Lumen Gentium (nn. 21, 27) y el Directorio Apostolorum Successores (2004), el obispo es un signo sacramental de Cristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia.
Su triple munus —enseñar (docendi), santificar (sanctificandi) y regir (regendi)— no es meramente funcional, sino que implica una visibilidad pública que refleja la trascendencia divina.
Los signos externos (vestimenta, gestos, contextos) no son accesorios, sino parte de la pedagogía eclesial que comunica la identidad del ministerio ordenado. Como señala Apostolorum Successores, el obispo debe ser modelo de santidad y prudencia, evitando gestos que confundan o escandalicen a los fieles.
...
b) Evangelii Gaudium y la cercanía pastoral: El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium (2013), aboga por una Iglesia “en salida” con pastores que “huelan a oveja”, y para algunos este fue el pistoletazo "de salida" de la mundanización y caída en la vulgaridad, desacralización y simplismo barato del obispo: bajo tanto al suelo que se hizo fango.
Esta cercanía no debía de implicar la disolución de la identidad sacramental, sino una conjunción de humanidad y trascendencia. A los efectos prácticos, la trivialización durante Francisco y sus "obispos ovejunos" surge cuando el deseo de accesibilidad eclipsa el deber de ser signo de lo sagrado, especialmente en espacios litúrgicos o contextos públicos que requieren claridad simbólica.
c) Riesgo teológico: Los gestos ambiguos o excesivamente mundanos (como disfraces, actitudes lúdicas en contextos sagrados o imágenes frívolas) erosionan la señalidad del obispo, reduciendo su función a una figura meramente social o cultural, entre ridícula y frívola.
Esto contradice el mandato canónico de evitar el escándalo (CIC, c. 277) y de preservar la dignidad del ministerio (CIC, c. 285).
2. Marco sociológico y comunicativo: secularización y mediatización
ResponderEliminara) Secularización en Europa: Según estudios de Pew Research Center (2018), Europa experimenta una caída drástica en la práctica religiosa, con un aumento del “creer sin pertenecer”. Hay que indicar que esto es típico de Occidente y Europa, no en los restantes áreas civilizatorias o culturales, donde esto se ve como un acto bárbaro: lo sagrado debe de ser respetado y diferenciado.
En países como España, Alemania o Francia, la religión se percibe cada vez más como patrimonio cultural, una pieza de museo que es manipulable por cada uno, más que como fe viva que debe de ser vivida con martirio.
Esto presiona a los líderes eclesiales a competir por relevancia en una esfera pública dominada por lógicas seculares.
Mediatización de la religión: Stig Hjarvard (The Mediatization of Religion, 2008) explica cómo los medios reconfiguran los símbolos religiosos, privilegiando lo visual, emocional y efímero.
Las redes sociales, con su lógica de likes y viralidad, incentivan a los obispos a adoptar gestos que “conecten” con audiencias masivas, a menudo a costa de la profundidad teológica.
Por ejemplo, una foto comiendo un helado o participando en un evento festivo genera más interacción que un sermón doctrinal.
...
b) Gestión de impresiones y relaciones parasociales: Erving Goffman (The Presentation of Self in Everyday Life, 1959) describe cómo los individuos gestionan su imagen pública para proyectar una identidad deseada.
En el caso de los obispos, la presión por ser “accesibles” los precipita por el barranco de priorizar gestos desenfadados que generen una relación parasocial (Horton y Wohl, 1956), donde los fieles perciben al obispo como un “amigo cercano”, compi, colegui, amigui, en lugar de un padre espiritual.
Esto refuerza una cultura de la simpatía, pero arriesga diluir la autoridad simbólica.
...
c) Cultura local y tradiciones: En contextos como Cataluña (ej. La Patum) o Alemania (Karneval), las tradiciones populares pueden empujar al clero a participar en actividades festivas para “mezclarse con el pueblo” (lo de oler o apestar a oveja).
Sin embargo, cuando estas participaciones cruzan umbrales simbólicos (p. ej., disfraces de payaso o demonio), generan confusión sobre la función del obispo.
3. Marco psicológico: la búsqueda de aceptación y el impacto en la identidad
ResponderEliminara) Búsqueda de aprobación: Desde la psicología social, la necesidad de aceptación impulsa comportamientos que buscan la validación externa. Los obispos, conscientes de la desconexión de los jóvenes con la Iglesia, están tentados a adoptar actitudes juveniles o lúdicas para contrarrestar la imagen de una institución rígida (otra de las torpes acusaciones de Francisco).
Este fenómeno, descrito como “gestión de impresiones” por Goffman, se intensifica en la era digital, donde los likes miden el éxito de un gesto.
...
b) Conflicto de identidad: La psicología del rol sugiere que los individuos en posiciones de autoridad deben equilibrar autenticidad personal y expectativas institucionales.
Para un obispo, esto implica conjugar su humanidad con su carácter sacramental. Cuando el énfasis recae en lo humano (p. ej., actitudes de “compañero” o “animador”), se debilita la percepción de su función como signo de lo divino, generando una crisis de identidad tanto para el obispo como para los fieles.
...
c) Efecto en los fieles: La trivialización puede generar una polarización psicológica. Para algunos, especialmente jóvenes, los gestos desenfadados son refrescantes, pero esto sólo es para una franja de edad inmadura y en proceso de maduración del carácter; para otros, especialmente fieles tradicionales, son fuente de escándalo o decepción, al percibir al obispo como alguien que abandona su función de guía espiritual por una imagen populista y absolutamente simple, superficial, vulgar y desvalorizado.
.....
4. Marco pastoral y estratégico: intenciones y consecuencias
a) Justificaciones pastorales: Los obispos que adoptan gestos triviales suelen argumentar que buscan la inculturación (adaptarse a la cultura local), la misión (llegar a los alejados) o la humanización de la Iglesia.
Estas intenciones se alinean con el llamado de Francisco en Evangelii Gaudium a una pastoral creativa, pero que ha sido desde su inicio totalmente interpretada en una asimilación acrítica a la cultura secular.
...
b) Consecuencias pastorales:
i. Positivas: Mayor visibilidad mediática, percepción de accesibilidad, posible atracción de públicos no creyentes: sin duda, consigue el "like o deditos arriba" y nada más, pues luego es olvidado e irrelevante por otros memes o vídeos...
ii. Negativas:
- Desdibujamiento de la función sacramental: El obispo pasa de ser signo de Cristo a figura cultural o animador social, a veces un payaso, cómico, actor, diluyendo su identidad.
- Confusión litúrgica: Gestos lúdicos en espacios o tiempos sagrados (p. ej., bicicletas en el presbiterio) erosionan la sacralidad de la liturgia.
- Pérdida de autoridad: La figura episcopal se percibe como carente de gravedad, debilitando su capacidad de enseñar o regir. Sí, un obispo legisla, gobierna, juzga y confiesa, disciplina, exhorta, castiga, reprime, regaña, felicita, premia, destaca... para la salvación de las almas, la extensión e intensificación de la Fé, justicia y santidad de la Iglesia, y la lucha contra el mal y el maligno.
- Polarización: Los fieles se dividen entre quienes aplauden la “cercanía” y quienes lamentan la pérdida de trascendencia.
5. Casos representativos en Europa
ResponderEliminarCasos paradigmáticos de trivialización episcopal.
5.1. Cataluña
1. Xavier Novell (Solsona, hasta 2021): Participó en La Patum de Berga disfrazado de demonio, una fiesta con raíces en el Corpus Christi pero con elementos folclóricos que incluyen figuras demoníacas. Aunque su intención era integrarse en la cultura local, la imagen generó críticas por asociar al obispo con un símbolo diabólico, incompatible con su rol como maestro de la fe. La controversia se amplificó tras su renuncia en 2021 y su posterior matrimonio con una autora de literatura erótica, lo que reforzó la percepción de frivolidad en su ministerio.
Análisis: El gesto, aunque folclórico, ignoró la sensibilidad simbólica de los fieles y la responsabilidad del obispo de evitar ambigüedades (CIC, c. 285).
...
2. Francesc Conesa (Solsona, 2025): La fotografía del obispo comiendo un helado en el Jubileo de Roma, con un joven señalando un “me gusta”, proyecta una imagen desenfadada que, aunque no litúrgica, trivializa la dignidad episcopal. La elección de difundir esta imagen como representativa de su ministerio sugiere una estrategia comunicativa centrada en la simpatía, pero descuida la profundidad simbólica de su función episcopal.
Análisis: La imagen refuerza una narrativa de “obispo compañero” que diluye su función de signo sagrado, especialmente en un contexto jubilar de alta carga espiritual. No obstante, no se realizó dentro de recinto sagrado, con vestiduras litúrgicas y en el ámbito de una celebración católica: era en espacio mundano.
...
5.2. Alemania
1. Helmut Dieser (Aquisgrán, 2018): Durante el Carnaval, el obispo se disfrazó de payaso en un evento público. Aunque el contexto era festivo y no litúrgico, la imagen fue criticada por sectores tradicionales como una banalización del ministerio, mientras que medios locales la celebraron como un gesto de cercanía.
Análisis: El disfraz, aunque culturalmente aceptable en el Karneval, choca con la expectativa de que el obispo mantenga una imagen coherente con su investidura, incluso fuera de la liturgia.
...
2. Catedral de Speyer (2024): Un evento de “baile de payasos” en la catedral, organizado por una entidad eclesial, generó controversia por el uso de un espacio sagrado para una performance lúdica. Aunque no involucró directamente al obispo, su anuencia implícita refleja una tolerancia hacia la desdibujamiento de lo sagrado.
Análisis: El caso ilustra cómo la presión por “abrir” los templos a la cultura local puede llevar a una confusión entre lo sagrado y lo profano, violando la gramática litúrgica.
...
5.3. Francia
1. Emmanuel Gobilliard (Lyon/Digne, 2016–2022): Conocido por su presencia activa en Instagram y su interacción con influencers, Gobilliard adoptó un estilo comunicativo que algunos elogiaron como evangelización digital y otros criticaron como “celebrificación” del ministerio. Sus publicaciones, centradas en gestos desenfadados, generaron una recepción polarizada.
Análisis: La estrategia de Gobilliard responde a la lógica de la mediatización, pero arriesga reducir el munus docendi a un espectáculo visual, donde la imagen prevalece sobre el magisterio, y la imagen, ya se sabe, hoy en día dura unos segundos antes de ser sepultada por horas y horas de más imágenes.
...
5.4. Casos complementarios (entorno clerical bajo responsabilidad episcopal)
1. Hungría (2010):
Un sacerdote entró en una iglesia en monopatín durante la homilía, generando viralidad mediática pero también críticas por trivializar el espacio litúrgico.
Análisis: Estos gestos, aunque protagonizados por sacerdotes, reflejan una cultura clerical tolerada por obispos, que refuerza la presión hacia gestos espectaculares.
2. Italia (2022):
Un sacerdote celebró misa con una bicicleta en el presbiterio, justificándolo como “teología de la ecología”. La imagen se viralizó, pero generó debate sobre el respeto al ars celebrandi.
6. Orígenes y causas de la trivialización
ResponderEliminara) Secularización cultural: En una Europa poscristiana, la religión se percibe como un producto cultural más que como un misterio trascendente. Los obispos, al intentar “competir” en este mercado, adoptan gestos que resuenan con la sensibilidad secular, pero sacrifican la profundidad teológica (Pew Research Center, 2018).
b) Mediatización y lógica de redes: Las plataformas digitales premian lo breve, visual y emocional. Los obispos se ven tentados a adaptar su imagen a este código, priorizando gestos que generen likes sobre aquellos que eduquen en la fe (Hjarvard, 2008). Una foto mundana de un obispo es irrelevante, pues queda sepultada en el alud de imágenes: se calcula que los jóvenes ven más de dos horas diarias de móvil, unas 800 horas al año, 50.000 imágenes o vídeos.
c) Psicología de la aceptación: La búsqueda de aprobación social, especialmente entre los jóvenes, lleva a algunos obispos a mimetizarse con la cultura popular, adoptando roles de “compañero” en lugar de “padre” (Goffman, 1959).
d) Desritualización postconciliar: Desde el Concilio Vaticano II, algunos han interpretado la reforma como una relajación de los signos externos de lo sagrado (sotana, silencio, gestos rituales), lo que ha llevado a una pérdida de la “diferencia” entre lo sagrado y lo profano (Vaticano, debates posconciliares).
e) Malentendido de la cercanía pastoral: La llamada a la “Iglesia en salida” se confunde con una asimilación acrítica a la cultura secular, donde el obispo se convierte en un animador en lugar de un testigo de la trascendencia (Evangelii Gaudium, 2013). En lugar de "oler a oveja", más bien se aborrega pastueñamente al modo mundano y caduco del siglo.
.....
7. Efectos teológicos, pastorales y sociales
- Sobre el munus docendi: La enseñanza se reduce a gestos virales, perdiendo profundidad doctrinal. Una foto comiendo un helado puede generar simpatía, pero no transmite la Verdad que salva.
- Sobre el munus sanctificandi: La invasión de lo lúdico en espacios sagrados (p. ej., payasos en catedrales) diluye la sacralidad de la liturgia, confundiendo a los fieles sobre el propósito de los templos.
- Sobre el munus regendi: La autoridad episcopal se erosiona cuando el obispo es percibido como un “amigo” en lugar de un guía. Esto debilita su capacidad de liderar en momentos de crisis.
- Efecto social: La trivialización refuerza la percepción de la Iglesia como una ONG cultural, alineada con agendas seculares (p. ej., Agenda 2030), en lugar de un signo de redención.
.....
8. Criterios para el discernimiento
a) Distinción de contextos: Un gesto informal fuera de la liturgia (p. ej., un helado en un contexto privado) no equivale a un acto en un espacio sagrado. La liturgia y los templos exigen máxima reverencia (Apostolorum Successores, 2004).
b) Coherencia semiótica: Los gestos del obispo deben comunicar su identidad como padre y maestro, no diluirla en roles mundanos.
c) Cercanía sin mimetismo: La pastoral de la cercanía debe preservar la diferencia sacramental, evitando la teatralización de lo sagrado (Evangelii Gaudium).
d) Ars celebrandi: En espacios litúrgicos, la prioridad es la gramática ritual, no el entretenimiento.
e) Evitar el escándalo: Si un gesto puede confundir razonablemente a los fieles, debe descartarse (CIC, c. 277).
f) Signos catequéticos: Los obispos deben priorizar gestos que eduquen (oración pública, bendiciones, presencia con símbolos cristianos) sobre aquellos que buscan viralidad.
9. Conclusión
ResponderEliminarLa trivialización de la figura episcopal en Europa, incluyendo casos catalanes como los de Xavier Novell y Francesc Conesa, responde a una confluencia de secularización, mediatización y una interpretación errónea de la cercanía pastoral. Gestos como disfrazarse de demonio (Novell), posar con un helado (Conesa), vestirse de payaso (Dieser) o permitir performances lúdicas en catedrales (Speyer) reflejan una presión por conectar con una cultura secularizada, pero a menudo sacrifican la señalidad sacramental del obispo.
Estos actos, aunque motivados por intenciones misioneras, generan confusión, polarización y una percepción de la Iglesia como una entidad más cultural que trascendente.
La posible solución no radica en una rigidez estética ni en una nostalgia preconciliar, sino en una pastoral integral que conjugue cercanía con reverencia, alegría con profundidad, y humanidad con sacralidad.
Los obispos están llamados a ser santos, no simpáticos; a salvar almas, no a ganar likes.
En contextos como Solsona, con una rica herencia cristiana pero marcada por escándalos episcopales, urge recuperar la figura del obispo como signo visible de Cristo, que educa, santifica y guía con gestos que apunten a la eternidad, no a lo efímero.
Es importante porque asistimos a un cambio cultural: un hombre inactivo, pasivo e hiperconectado.
a) Pantallas con IA como mediadoras
El uso prolongado de pantallas redefine la cultura. Los jóvenes españoles dedican ~2 horas diarias a redes sociales, donde algoritmos de IA personalizan contenido, fomentando una cultura de inmediatez (likes, notificaciones) y atención fragmentada. Las relaciones se digitalizan mediante apps (WhatsApp o X), con la IA moldeando interacciones. Esto crea identidades influenciadas por tendencias virales, que pueden homogeneizar la cultura y eclipsar tradiciones locales.
b) Cambio en la humanidad: ¿Homo digitalis?
Pasar muchas horas diarias en pantallas altera la experiencia humana. La IA, al facilitar tareas (búsquedas, recomendaciones), reduce la atención sostenida y el pensamiento crítico. La dependencia de asistentes virtuales y apps crea una fusión hombre-máquina, acercándonos a un "homo digitalis". Además, el exceso de pantalla se asocia con ansiedad y depresión, amplificado por la IA que optimiza ciclos de dopamina (Fundación Gasol, 2022).
c) Cambio de civilización: Sociedad algorítmica
La IA y las pantallas transforman la civilización. Surge una economía de la atención, con muchas horas diarias en redes sociales como mercado para anunciantes. Los algoritmos influyen en decisiones políticas y culturales, con riesgos de polarización. La IA automatiza trabajo y educación, pero el exceso de pantalla puede limitar creatividad y pensamiento crítico, esenciales para una civilización innovadora.
d) Implicaciones filosóficas
El uso intensivo de pantallas y la IA plantea cuestiones sobre la humanidad. ¿Perdemos autonomía al dejar que algoritmos guíen nuestras elecciones? La cultura digital crea un lenguaje universal, pero puede erosionar tradiciones. Teóricos como Harari sugieren una era "posthumana" donde lo humano y lo artificial se fusionan, un proceso al que tantas horas diarias en pantallas contribuyen.
Síntesis
El uso de pantallas y la IA está redefiniendo la cultura hacia la inmediatez, la humanidad hacia una dependencia tecnológica y la civilización hacia un modelo algorítmico. Aunque ofrece conectividad, plantea riesgos como pérdida de autonomía, homogeneización cultural y menor bienestar emocional.
Papa Ratzinger, una birra per festeggiare i 90 anni FOTO
ResponderEliminarFesta bavarese nei giardini vaticani per il compleanno del pontefice emerito
18 aprile 2017, 09:41
Redazione ANSA
Papa Ratzinger, una birra per festeggiare i 90 anni - RIPRODUZIONE RISERVATA
"Vi ringrazio per avermi fatto tornare alla mia bellissima terra".
Così il Papa emerito, Benedetto XVI, ha ringraziato la delegazione giunta dalla Baviera per festeggiare con lui nei Giardini Vaticani il suo novantesimo compleanno.
La ricorrenza cadeva ieri, nel giorno di Pasqua, ma la festa è stata spostata ad oggi, in uno stile sobrio e semplice, come nella volontà di Joseph Ratzinger. La delegazione era guidata dal primo ministro della Baviera, Horst Seehofer, leader del partito Csu, e composta da alcune decine di persone, con la bandiera bavarese, tra cui gli Schuetzen in costume tipico e con le musiche tradizionali.
Non sono mancati i dolci regionali del 'land' natale di Ratzinger e i classici boccali di birra con cui brindare dall'evento. La piccola festa si è svolta sia all'interno dell'ex monastero 'Mater ecclesiae', dove risiede il Papa emerito, e soprattutto nel piazzale antistante, visto il bel pomeriggio di sole. Ratzinger aveva al fianco le persone care di una vita, come il fratello maggiore padre Georg (93 anni), giunto anche lui dalla Baviera, il segretario personale e prefetto della Casa Pontificia, mons. Georg Gaenswein, e le quattro "memores domini", le laiche consacrate che lo accudivano negli anni da Papa e poi anche dopo la storica rinuncia di quattro anni or sono. L'attuale Pontefice, Francesco, sì è recato personalmente a fare gli auguri a Benedetto XVI tre giorni prima di Pasqua.
El hombre de Dios se hace presente en lo profano para elevar: recuerdo el bien que me hizo don Ricardo M. Carles, Cardenal Arzobispo, subiendo montañas y elevando mi espíritu en conversaciones que nada versaban sobre alta teología. El hombre de Dios se hace presente en medios pecaminosos para mover al arrepentimiento y a la conversión, como los sacerdotes que van a los abortorios infames. No tengo fotos, pero recuerdo al Cardenal Burke tomándose un helado con dos sacerdotes en Roma. Y no dudo de la consistencia pastoral de este gran hombre de Dios. Por lo tanto, Sr. Llagostera, con el mayor de mis respetos, todo depende de la manera como se hagan las cosas, aunque no le quito razón que hay mucho postureo y payasadas episcopales, sobretodo en connivencia con el catalanismo.
ResponderEliminarHombre, no. Yo acabo de volver de Santiago de Compostela donde el obispo Conesa ha dado una conferencia en el marco de unas jornadas teológicas y me ha causado una impresión formidable. Es hombre culto y preparado y su comportamiento es digno y respetable.
ResponderEliminarCreo que nos dará sorpesas en un futuro e igual acaba tomándose una horchata en Barcelona.
A lo mejor lo que no os gusta es que sea de Elche. Digo.
Ya quisiéramos tener un obispo así en Tortosa y no al que tenemos, que no es muy avispado intelectualmente...
Poco conoces al Sr Obispo.
EliminarEs francisquista
EliminarEn realidad es muy Ignaciano y lo digo de verdad.
EliminarSr. "manualista". ¿Cuántos lectores cree que tiene su escrito? Ha quedado descansado al escribir los puntos de su manual.¿Habrá servido para algo?
ResponderEliminarEn una época en que la imagen, la instantánea, prima sobre l contenido, sobre la reflexión, conviene a la evangelización tomar muy en cuenta esa constatación.
ResponderEliminarHemos visto con pena y asco las risitas de Vives con separatistas rodeados de sus banderas. Hemos visto las inclinaciones de Planellas ante representantes del separatismo. Tanto en aquél como en éste no hacía falta lucubrar con sorites y otros silogismos para deducir de qué pie cojeaban. Y abundan textos y declaraciones de ambos sujetos.
Hemos visto a Omella en mangas de camisa ante Illa, que acababa de presentar una ley del aborto a plazos y de muerte a la senectud (de eutanasia) y otros consumidores del dinero público. Pues, nada Salvador, aquí me tienes en tirantes, pasa y nos tomamos unos vinos.
Hemos visto a Taltavull despechugado (literal) confesándose, o lo que fuera, en TV3 ante una activista famosa por su ayuda contra la policía enviada por el Constitucional.
Cuando vi a Francisco en camiseta y poncho en la basílica de san Pedro me acordé de Noé desnudo, quien, al menos, tuvo a Sem y Jafet a mano para que le taparan sus vergüenzas. Alguien tendría que haberle puesto un alba o una sotana.
Lo importante es el mensaje, no el medio. Pero ocurre que en las instantáneas el medio es el mensaje.
Total y absolutamente de acuerdo con el Sr. Valderas Gallardo.
EliminarVaya sarta de ridiculeces por aquí. Cristo redime al mundo en una Cruz con poca vestimenta encima. Y en el resto de su vida terrena se manifiesta muy pobremente. Los Doce no fueron diferentes. Ni S. Pablo. El sacerdote es ante todo la presencia de Cristo Pastor, que con su caridad se acerca y come con los pecadores, los corrige y enseña pero convive en medio de la gente y les habla a su estilo, dulcemente y con ejemplitos (parábolas). No hay nada malo de un obispo con su alzacuellos y pectoral tomando sonriente un helado con un joven de su diócesis en el Jubileo de Roma. Al contrario, es signo de la caridad pastoral del Obispo. Esa es su dignidad. No ese rictus circunspecto de quien parece haberse tragado una escoba que suelen tener los obispos tradicionales, por ejemplo Fellay. Yo cada vez que me cruzo con un obispo intento que la conversación sea cordial y con su "pizca de sal" (en palabras de S. Pablo).
ResponderEliminarUy, uy.. por una foto tan inocente, como les gusta sacar la bilis. Es un gran obispo, que le encomendaron una misión bien difícil.
ResponderEliminar'La trivialización de la figura episcopal en Europa, incluyendo casos catalanes como los de Xavier Novell y Francesc Conesa, responde a una confluencia de secularización, mediatización y una interpretación errónea de la cercanía pastoral. Gestos como disfrazarse de demonio (Novell), posar con un helado (Conesa), vestirse de payaso (Dieser) o permitir performances lúdicas en catedrales (Speyer) reflejan una presión por conectar con una cultura secularizada, pero a menudo sacrifican la señalidad sacramental del obispo.'
ResponderEliminarHe llegit amb interès quasi tots els textos dalt; que m'han agradat en general i m'han ajudat.
Molt.
Això no obstant, la decisió seva de posar 'el bisbe Conesa i un gelat' al mateix nivell que els altres casos citats dalt em sembla clarament equivocat.
Molt clarament.
FEM
Totalmente d'acord Sr FEM
Eliminara Conesa hay que disculparle el helado, un poco de sonreír tras el marronazo de relevar al "dimoniet" de Novell
Siento mucho que se aproveche una foto muy humana de un buen obispo, y mejor persona.
ResponderEliminarEl obispo F. Conesa le tocó llegar a una diócesis que había tenido la seculizacion del obispo anterior, y aceptó el encargo, con humildad, pero con tesón, trabajo, entrega, ha vuelto a ilusionar a sus diocesanos.
Sin olvidar su faceta intelectual con la publicación de varios libros, a parte de sus clases en la Universidad de Navarra.
Pues miren pienso que podría ser un buen candidato para sustituir a Omella en Barcelona.
Ser simpáticos, hasta dicharacheros y chistosos. Ésta era la principal condición buscada para los obispos y cardenales en el pontificado anterior. No se le pueden pedir peras al olmo.
ResponderEliminarComer helado NO es pecado.
ResponderEliminarQue te saquen una foto comiendo helado, tampoco.
Esto es como los fariseos acusando a Jesús de comilón y bebedor (porque comía y bebía).
"No se trata de censurar el disfrute de un helado —Dios nos libre de tal rigorismo—". Nooo, se trata de censurar LA FOTO DEL DISFRUTE DEL HELADO, ¿ese rigorismo "es bueno", el otro malo?
Sin foto de obispo con helado ¿no tenéis noticia?
Germinans está bajando mucho el nivel. Investigad cosas reales sobre la fe en Cataluña. "Un obispo come un helado y tenemos fotos" no es noticia. Me recuerda a aquellos que fotografiaron a Juan Pablo II en bañador nadando en la piscina del Vaticano, querían hacer chantajes, pero al santo papa le pareció muy bien que circularan las fotos y se publicaran.
Pues no veo nada malo en ello: "Saber disfrutar de las cosas sencillas". No obstante y obviamente, no todo debe quedarse en la simpatía.
ResponderEliminarVamos, personalmente "trobo que es fer un gran massa" de unos instantes.
Sr Lluís, en primer lugar decirle que es usted un maleducado.
ResponderEliminarNo hace falta hacer una lectura profunda de su artículo para entender qué está intentando buscar.
Ni cruz diluida, ni vulgaridades, ni historias.
Aquesta mala bava que porta a dins, se la traga!
Ah, i per cert, compri's un mirall.
Eso de querer atraer a la juventud rebajandose a la altura de sus supuestos futuros feligreses está mal.
EliminarNunca entenderé semejante desatino.
Mejor cierren Iglesias que entre dentro todo género de podredumbre.
Al final vemos caer fuego del cielo y damos la culpa al cambio climático.
A lo mejor es culpa de otra cosa.
Al 🦜.
El Sr Llagostera estaba aburrido y con poco trabajo. Hacer un artículo largo en torno a esta anécdota me parece una pérdida de tiempo sin paliativos. Creo que hay unos cuantos temas de actualidad de la Iglesia local con suficiente contenido, no chorradas ni superficialidad..
ResponderEliminarSinceramente, creo que la crítica que se ha hecho hacia el obispo de Solsona carece de fundamento. Quienes conocen su trabajo sabemos que está llevando a cabo una labor eficaz en una tierra espiritualmente poco fértil, y eso hay que valorarlo. Su preocupación por sus feligreses y sacerdotes y la dedicación que pone en la vida parroquial son prueba clara de su compromiso con el Evangelio.
ResponderEliminarPor otro lado, el comentario que se hace sobre una foto del obispo tomando un helado con unos jóvenes en Roma me parece desproporcionado y cargado de bilis injustificada. Ese gesto humano y cercano no le resta nada a su misión evangelizadora, al contrario: muestra a un pastor que se implica, que comparte y que acompaña, que es exactamente lo que se espera de un buen obispo.
Sinceramente, creo que la crítica que se ha hecho hacia el obispo de Solsona carece de fundamento. Él está llevando a cabo una labor maravillosa en una tierra espiritualmente poco fértil, y eso hay que valorarlo. Su preocupación por sus feligreses y la dedicación que pone en la vida parroquial son prueba clara de su compromiso con el Evangelio.
Por otro lado, el comentario que se hace sobre una foto del obispo tomando un helado con unos jóvenes en Roma me parece desproporcionado y cargado de bilis injustificada. Ese gesto humano y cercano no le resta nada a su misión evangelizadora, al contrario: muestra a un pastor que se implica, que comparte y que acompaña, que es exactamente lo que se espera de un buen obispo.
Sinceramente, creo que la crítica que se ha hecho hacia el obispo de Solsona carece de fundamento. Él está llevando a cabo una labor maravillosa en una tierra espiritualmente poco fértil, y eso hay que valorarlo. Su preocupación por sus feligreses y la dedicación que pone en la vida parroquial son prueba clara de su compromiso con el Evangelio.
Por otro lado, el comentario que se hace sobre una foto del obispo tomando un helado con unos jóvenes en Roma me parece desproporcionado y cargado de bilis injustificada. Ese gesto humano y cercano no le resta nada a su misión evangelizadora, al contrario: muestra a un pastor que se implica, que comparte y que acompaña, que es exactamente lo que se espera de un buen obispo. Sinceramente, creo que la crítica que se ha hecho hacia el obispo de Solsona carece de fundamento. Él está llevando a cabo una labor maravillosa en una tierra espiritualmente poco fértil, y eso hay que valorarlo. Su preocupación por sus feligreses y la dedicación que pone en la vida parroquial son prueba clara de su compromiso con el Evangelio.
Por otro lado, el comentario que se hace sobre una foto del obispo tomando un helado con unos jóvenes en Roma me parece desproporcionado y cargado de bilis injustificada. Ese gesto humano y cercano no le resta nada a su misión evangelizadora, al contrario: muestra a un pastor que se implica, que comparte y que acompaña, que es exactamente lo que se espera de un buen obispo.
Además, hay que destacar la cercanía de un obispo que acompaña a los jóvenes de su diócesis en unas jornadas de la juventud. Estar con ellos, compartir momentos sencillos y mostrar un rostro humano y accesible es un testimonio valioso en un mundo donde muchos pastores parecen lejanos. Esa cercanía es, en sí misma, una forma de evangelizar, porque transmite el amor de Cristo de manera concreta y cercana.