Por agradar al mundo o por lo que sea, si no “la Iglesia”, sí un gran número de sus representantes y portavoces que se supone que legítimos, le han arreado con ganas a la Humanae Vitae. Sin embargo, en la homilía del 1 de junio pasado, León XIV afirmó lo siguiente:
“Por eso, con el corazón lleno de gratitud y esperanza, a ustedes esposos les digo: el matrimonio no es un ideal, sino el modelo del verdadero amor entre el hombre y la mujer: amor total, fiel y fecundo (cf. S. Pablo VI, Carta enc. Humanae vitae, 9). Este amor, al hacerlos “una sola carne”, los capacita para dar vida, a imagen de Dios”.
Recordemos que en la Humanae vitae (1968), el Papa Pablo VI levantó las ampollas de una Iglesia dormida y acomodaticia, inmersa en un aggiornamento que metió la luz debajo del celemín y acabó con la sal del Evangelio, que tenía que librar de la corrupción al mundo. Enfrentándose por ello a la mayor parte de los obispos del mundo, que esperaban que la moral distraída llenara los templos, Pablo VI profetizó que el uso de anticonceptivos causaría:
• La infidelidad conyugal y una degradación general de la moralidad.
• Que el varón perdiera el respeto a su esposa y acabara considerándola como simple instrumento de goce egoísta y no como compañera respetada y amada. En consecuencia, también se difundiría el amancebamiento, el concubinato y la promiscuidad sexual.
• La imposición por parte de los gobiernos de la anticoncepción y el aborto como método de control demográfico en las poblaciones vulnerables.
• El que los hombres llegaran a creer que tienen un dominio ilimitado sobre el cuerpo humano.
• Que el varón perdiera el respeto a su esposa y acabara considerándola como simple instrumento de goce egoísta y no como compañera respetada y amada. En consecuencia, también se difundiría el amancebamiento, el concubinato y la promiscuidad sexual.
• La imposición por parte de los gobiernos de la anticoncepción y el aborto como método de control demográfico en las poblaciones vulnerables.
• El que los hombres llegaran a creer que tienen un dominio ilimitado sobre el cuerpo humano.
Así fueron apareciendo y extendiéndose la fecundación artificial, la experimentación genética, el aborto y la eutanasia.
Contra viento y marea, en medio de la incomprensión y el rechazo de casi todos -sólo las mentes más lúcidas lo acogieron-, Pablo VI afirmó que la separación de los aspectos unitivo y procreador del acto conyugal llevaría a la esterilización, la anticoncepción y el aborto. El Pontífice de entonces tal vez no se imaginó que la fecundación in vitro, el homosexualismo y otros actos intrínsecamente graves y perversos serían universalmente difundidos y aclamados y, con el paso del tiempo, elevados a la categoría de “derechos” inalienables.
Casi treinta años después, todas las profecías del papa Montini se habían cumplido con creces. Fue precisamente en ese momento cuando Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitae (1995) tuvo la genialidad de sacar la anticoncepción y el aborto del silencio vergonzante de los confesionarios y proclamar que todos y cada uno, laicos, sacerdotes y obispos, estamos enfrentados “ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la cultura de la muerte y la cultura de la vida. Estamos no sólo “ante”, sino necesariamente “en medio” de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente a favor de la vida”. Más aún, a favor del matrimonio formado entre un hombre y una mujer que se entregan definitivamente en alianza indisoluble formando así, comunidad de vida y amor para engendrar y educar a los hijos en el amor a Dios y al prójimo, y completar así el número de los elegidos.
Ese choque se ha hecho cada vez más evidente por lo encarnizado que es. Pues los poderes públicos, nacionales e internacionales, tienen como objetivo acallar cualquier discurso discordante con los objetivos globalistas de la Agenda 2030, que es la misma que la de Imagine, el cursilón canto porreta de John Lennon: sin cielo ni infierno, sin familia, sin religión, sin posesiones. Sólo así “no tendrás nada y serás feliz”, porque todo será de “ellos”, de los que mandan de verdad, no de los figurones a los que vemos las caras en los telediarios. Son “ellos” los que quieren despoblar el planeta con una gran guerra que alivie el exceso de población (con la IA ya sobramos casi todos) y de capital (la inflada deuda de los estados).
Parece mentira que en un universo de mentes claras y preclaras como se supone que es la Iglesia (lo fue, al menos, durante muchos siglos), la voz de S. Pablo VI y su impresionante encíclica, haya sonado durante casi 60 años como la voz que clama en el desierto. ¿En el mundo? Sí, por supuesto, pero también en la Iglesia. Miles y miles de hombres de Iglesia se atrevieron a manifestarse en contra de las líneas maestras de esta encíclica, tanto en la tribuna del púlpito y en los medios de comunicación, como en conversaciones privadas y en el confesionario. Mientras era ésa la voz mayoritaria de los eclesiásticos, una exigua minoría defendía la Humanae Vitae en toda su integridad. Pero esas voces apenas sonaban porque no tenían amplificadores. No era la voz oficial de la Iglesia; y si lo era, tampoco lo parecía.
Era evidente que la gran encíclica estaba siendo “oficialmente” silenciada por no molestar al mundo y a la multitud de sacerdotes y obispos que se manifestaban ostentosamente contra ella. Pero han corrido los decenios, y cada vez ha sido más evidente eso de que no es bueno para nadie, separar el sexo de la reproducción. A buenas horas, mangas verdes, los chinos se dan cuenta del tremendo disparate de la limitación de la natalidad en un país que se consideró superpoblado. Ahora se enfrentan al flagelo del envejecimiento de la población (como en Japón y en Europa); y al drama de la falta de “mano de obra” que llaman, tanto en la paz como en la guerra.
Y ahora vamos dándonos cuenta de que las próximas guerras (que han empezado ya) no serán para conquistar territorios o riqueza, sino para conquistar población. En eso anda Europa, a la que ya Bumedián, presidente de Argelia, (1965-1978) había predicho que la conquistaría “con el vientre de nuestras mujeres”. Porque sí, incapaces ya de reproducirnos por h o por b, la gran política se mueve en torno a la importación de grandes masas de población: incluyendo en el negocio, el tráfico de seres humanos, cubierto con el manto de la filantropía.
Ese globalismo de la Agenda 2030 que afecta tanto a la importación de bienes como de seres humanos, ya nos está pasando factura. Y lo que estamos viendo, es sólo el principio. Y eso tiene todo que ver con el revolcón que le hemos dado a la moral sexual y a la moral convivencial que defiende la Humanae Vitae. Pero la modernidad y el modernismo nos devoran. Ojalá que el papa León XIV entienda que la reconstrucción moral de nuestra sociedad empieza ahí, en el valor de la vida humana. Y quiera Dios que entienda que la obligación de la Iglesia en estos momentos de oscuridad y ofuscación es levantar bien alta la antorcha de la Humanae Vitae, que hemos tenido arrumbada en los sótanos de la predicación católica durante demasiados años.
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.www.sacerdotesporlavida.info
La Humanae Vitae está muy bien pero el texto es demasiado largo para ser leído por las gentes humildes y por los intelectuales de bolsillo lleno que van por el mundo con muchas prisas. La Humanae Vitae ha caído en la trampa de la prensa mundana en que para decir este "algo" hay que escribir mucho texto para lucirse de académico. La Humanae Vitae no lleva la Creación en 6 días y por ello deja libre la imaginación del lector que con la Evolución Biológica todo es posible. Con un sólo párrafo se podría resumir el pecado de la anticoncepción, pero el papa de turno prefirió poner muchas páginas para que el final no la leyera casi nadie, lo que suele pasar en los escritos largos que Josep Pla criticaba de Balmes cuando decía "aquel escritor que usaba las frases tan largas que leyendo el texto al final ya no te acuerdas que ponia al principio".
ResponderEliminarLa Tradición ha dado una serie de títulos sobre la figura del Pontífice Romano, siempre que sólo cumpla con su misión de salvar a las almas (c. 1752 CDC), apacentar mis corderos y mis ovejas (Juan 21, 15), confirmar en la Fé a los hermanos (Lucas 22, 31) y para ello tiene unos instrumentos: las llaves del reino de los cielos y el poder de atar y desatar (Mateo 16, 17). Pero sólo si actúa como Papa, no si se desvía, ya que sólo tiene un título: Princeps Confusionis et Scandali.
ResponderEliminarA. Títulos Fundamentales (Sucesión Apostólica y relación con Cristo)
El papado como sucesor de San Pedro y representante de Cristo, formando la base de su autoridad espiritual:
1. Sucesor de San Pedro y Vicario verdadero y legítimo de Cristo Señor nuestro.
En el Catecismo Romano
Afirma la continuidad de la misión petrina y el ejercicio de la potestad de Cristo en la Tierra.
2. Vicario de Jesucristo y Confirmador de la fe de los cristianos
San Jerónimo, Prefacio al Evangelio dirigido a Dámaso
Reconoce su misión de representar a Cristo y defender la ortodoxia.
3. Heredero de los Apóstoles
San Bernardo, De Consideratione, Libro I
Subraya la continuidad apostólica que el Papa recibe de San Pedro.
4. Pedro por el poder
San Bernardo, Epístola 190
Asegura que hereda el poder conferido a San Pedro por Cristo.
5. Cristo por la unción
San Bernardo, Epístola 190
Insiste en que, como “ungido”, actúa en fuerza de Cristo mismo.
6. San Pedro es la boca de Jesucristo
San Crisóstomo, Homilía 2
Implica que el Papa, sucesor de Pedro, habla en nombre de Cristo.
7. La Boca y el Jefe del apostolado
Orígenes, Homilía 55 sobre Mateo
Subraya su rol de portavoz y cabeza de la misión apostólica.
8. La Cátedra y la Iglesia principal
San Cipriano, Epístola 55 a Cornelio
Afirma que su sede es la principal de toda la Iglesia.
9. El Origen de la dignidad Sacerdotal
San Cipriano, Epístola
Señala que la autoridad sacerdotal emana de la sede papal.
10. La Fuente apostólica
San Ignacio de Antioquía, epístola a los Romanos
Presenta a Roma como manantial de la tradición apostólica.
.....
B. Títulos de Autoridad y Supremacía
Estos títulos subrayan el poder supremo y la jurisdicción universal del Papa sobre la Iglesia, reflejando su rol como cabeza visible:
11. Padre y Prelado de todos los fieles, de los Obispos, y de todos los demás Prelados, de cualquier dignidad y potestad.
En Catecismo Romano
Subraya su papel como pastor y autoridad suprema de todo el clero y los fieles.
12. Patriarca Universal
San León Magno, Epístola 62
Señala su primacía sobre todos los patriarcas y obispos del orbe cristiano.
13. Jefe de la Iglesia Universal
Inocencio I, Carta a los Padres del Concilio de Mileto
Reafirma su condición de cabeza visible y dirigente de la Iglesia.
14. Sumo Sacerdote
Tradición antigua, citada desde Valentiniano
Lo equipara al sumo sacerdote veterotestamentario como cabeza del sacerdocio.
15. Soberano Pontífice
Concilio de Calcedonia, Epístola al emperador Teodosio
Recalca su suprema autoridad en la jerarquía eclesiástica.
16. Príncipe de los Obispos
Concilio de Calcedonia
Lo sitúa como líder principal entre todos los obispos.
17. Pontífice llamado a la plenitud del poder
San Bernardo, De Consideratione
Subraya que goza de la totalidad de las potestades eclesiásticas.
18. Soberano Pontífice de los obispos
Concilio de Calcedonia, Prefacio
Reitera su supremacía particular sobre el episcopado.
19. Soberano Sacerdote
Concilio de Calcedonia, Sesión 16
Destaca su primacía litúrgica y sacramental.
20. Príncipe de los Sacerdotes
Esteban, obispo de Cartago
Atribuye al Papa el liderazgo del clero ordenado.
21. La Suprema Sede Apostólica
San Atanasio
Reconoce la autoridad inapelable de la sede de Pedro.
22. La Sede Suprema que no puede ser juzgada por otra
San León Magno, en el natalicio de los Santos Apóstoles Asegura que ningún tribunal eclesiástico superior puede juzgar al Papa.
23. La primera de todas las Sedes
San Próspero, De ingratis
Designa la primacía de la sede romana entre las Iglesias particulares.
C. Títulos pastorales
ResponderEliminarEl Papa como pastor y guía espiritual, encargado del cuidado del rebaño de Cristo:
24. Muy Santo Obispo de la Iglesia Católica
Concilio de Soissons (300 obispos)
Reconoce la dignidad suprema del Papa como obispo principal de toda la Iglesia.
25. Arzobispo, Padre y Patriarca de toda la redondez de la tierra
San Cirilo de Alejandría, Concilio de Éfeso (431)
Destaca la jurisdicción universal del Papa sobre todas las comunidades cristianas.
26. Pastor del aprisco de Jesucristo
San Bernardo, De Consideratione, Libro II
Le concede la responsabilidad de cuidar al rebaño redimido por Cristo.
27. Pastor de todos los pastores
San Bernardo, De Consideratione
Le atribuye la primacía de guía incluso sobre los demás pastores.
28. Obispo elevado a la cumbre apostólica
San Cipriano, Epístolas 3 y 12
Reconoce su posición más alta dentro de la sucesión apostólica.
29. Padre de los Padres
Concilio de Calcedonia, Sesión 3
Lo presenta como padre espiritual de todos los obispos.
30. El Refugio de los obispos
Concilio de Alejandría, epístola a Félix
Le concede al Papa el papel de asilo y apoyo para el episcopado.
.....
D. Títulos sobre la Unidad de la Iglesia
El Papa como centro de unidad y comunión, asegurando la cohesión de la Iglesia universal:
31. El lazo de la unidad
San Cipriano, Libro 4, cap. 2
Le atribuye al Papa la función de centro que mantiene la unidad eclesial.
32. La Iglesia donde reside el poder principal
San Cipriano, Libro 3, cap. 8
Declara que la autoridad suprema de la Iglesia está en Roma.
33. La Iglesia raíz y Matriz de todas las demás Iglesias
San Anacleto, epístola a obispos y fieles
Presenta a la Iglesia de Roma como madre de todas las comunidades locales.
34. La Sede sobre la cual ha construido el Señor la Iglesia universal
San Dámaso, epístola a todos los obispos
Remite a la promesa de Cristo de edificar su Iglesia sobre Pedro.
35. El Punto Central y el Jefe de todas las Iglesias
San Marcelino, epístola a los obispos de Antioquía
Destaca su posición axial y de liderazgo global.
36. La Iglesia que preside
Emperador Justiniano, Código, Libro I, Título 8
Alude a la preeminencia de Roma en las decisiones conciliares.
37. La Iglesia antepuesta a todas las demás Iglesias
Víctor de Utica, De perfectione
Afirma la preeminencia de la Iglesia de Roma sobre todas las demás.
38. El Puerto segurísimo de toda la Comunión Católica
Concilio de Roma, por San Gelasio
Define al Papa como garante de la comunión y salvaguarda de la unidad de la fe.
.....
E. Títulos simbólicos y comparativos
Figuras bíblicas o simbolismo espiritual:
39. Abraham por el Patriarcado
San Ambrosio, Comentario a la 1 Timoteo 3
Compara su paternidad espiritual con la de Abraham, padre de la fe.
40. Melquisedec por el orden
Concilio de Calcedonia, Epístola a León I
Asocia su sacerdocio con el de Melquisedec, sacerdote-rey sin linaje.
41. Moisés por la autoridad
San Bernardo, Epístola 190
Equipara su gobernación de la Iglesia con la autoridad que Moisés ejercía sobre Israel.
42. Samuel por la jurisdicción
San Bernardo, Epístola 190 y De Consideratione
Destaca su función de juez y guía profético, al modo de Samuel.
43. Llavero de la Casa de Dios
San Bernardo, De Consideratione, cap. 8
Alude al poder de las “llaves” de atar y desatar concedido a Pedro.
.....
F. Títulos formales y honoríficos
Reflejan la veneración y el respeto hacia el Papa en su ministerio:
44. Muy Santo y Muy Feliz Patriarca
Concilio de Soissons
Evoca la santidad y la dicha espiritual inherentes a su ministerio.
45. Muy Feliz Señor
San Agustín, Epístola 95
Expresa veneración y reconocimiento de su dignidad.
46. Prefecto de la Casa de Dios y Custodio de la viña del Señor
Concilio de Cartago, Epístola a Dámaso
Le atribuye la administración y protección del patrimonio espiritual de la Iglesia.
.....
G. Títulos de supremacía fideística
47. Cúspide de la Fe
Un título histórico usado en algunos contextos litúrgicos.
48. Defensor de la Fe
Otorgado históricamente a monarcas católicos, pero también asociado al Papa en ciertos textos.
Excelente, Padre Custodio. Gracias por mantener encendida esta antorcha, contra viento y marea, en estos tiempos de oscuridad y ofuscación, la de la defensa de la Verdad. Me uno a sus ruegos para que el Santo Padre tenga la clarividencia y la valentía de levantar bien alto la antorcha de la Humanae Vitae y de la Evangelium Vitae, que no son sino reflejo de la Palabra del Señor. Y que sea secundado por todos los pastores sagrados.
ResponderEliminarEl diario Ara informa que uno de los primeros pagos de las indemnizaciones de la Iglesia en Barcelona a las víctimas de abuso se corresponde a una de las víctimas de la casa de Santiago y su indemnización es de sesenta y cinco mil euros.
ResponderEliminarA pesar de ello no hay ningún tipo de responsabilidad ni penal ni civil para los agresores, que se han ido así como así de rositas, unos emigrando y otros residiendo, que son los que deberían de pagar esta indemnización y no el fiel de Barcelona, que es el primer perjudicado financiero y económico del desastre de la jerarquía católica en Barcelona.
Tampoco se ha querido investigar que si bien esta casa de Santiago dicen en el artículo que es una secta, lo más evidente es que se trata de una organización criminal, lo que implica responsabilidad civil.
La Humanae Vitae fue como un rayo de luz en medio de la tiniebla moral en que la Iglesia había entrado. Los moralistas centroeuropeos, con Häring a la cabeza, y con él los redentoristas y los Institutos de Teología moral se rasgaron las vestiduras. El autor de La ley de Cristo se enconó hasta la insolencia y no se avino a razones. La culminación de la postura antimontiniana llegó con la Amoris Laetitia. No había una ley natural, no había una moral objetiva, sino discernimiento. Ni siquiera recta conciencia, que obliga a formarse, sino una subjetividad rastrera, un relativismo atroz. Al renegar de una idea de la moral del bien y del mal, se cayó en el hedonismo burdo, donde no hay realidades sino ideales. El matrimonio heterosexual es un ideal, lo mismo que la fidelidad. De la dignidad del embrión ni se habla. Es más, se instala en el púlpito de santa Marta a quien proclama que por el bien de la humanidad deben sacrificarse embriones sobrantes...
ResponderEliminarOjalá las palabras iniciales del nuevo Pontífice sean comienzo de una reflexión sobre la moral recibida.
La culminación de la postura antimontiniana llegó con la Amoris Laetitia. No había una ley natural, no había una moral objetiva, sino discernimiento. Ni siquiera recta conciencia, que obliga a formarse, sino una subjetividad rastrera, un relativismo atroz.
Eliminar...
Se equivoca porque es peor aún: simplemente, teniendo en cuenta el luteranismo más radical y fundamentalista en sentido progresista, que sigue el camino sinodal alemán, la libre autonomía de la conciencia es un derecho humano que está por encima de la ley natural y divina
Otra decisión pésima del nuevo y pésimo papa: se ha cargado a Hankee, el obispo de Eichstätt, uno de los pocos buenos obispos alemanes y firme opositor del Camino Sinodal alemán. Se ve que le molestaba.
ResponderEliminarEl auténtico Hermenegildo
EliminarFue el propio obispo el que pidió la aceptación de su renuncia siendo el papa Francisco, y éste se la aceptó hace dos meses y se ha publicado esta mañana.
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