tag:blogger.com,1999:blog-4922662597560395612.post5022140642160720487..comments2024-03-28T08:30:07.676+01:00Comments on Germinans Germinabit: Capítulo 47: La oración por los difuntos (II)Germinans Germinabithttp://www.blogger.com/profile/01044569386616464056noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-4922662597560395612.post-35484469072698418862013-11-18T10:00:51.671+01:002013-11-18T10:00:51.671+01:00Muy interesante como siempre. Gracias.Muy interesante como siempre. Gracias.Anonymousnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4922662597560395612.post-87604484841916724842013-11-16T09:45:55.682+01:002013-11-16T09:45:55.682+01:00Dom Gregori Maria, gracias por su artículo, en que...Dom Gregori Maria, gracias por su artículo, en que pone de relieve la importancia de la práctica de esa 7ª Obra de Misericórdia "Orar por los vivos y difuntos". En el tema que nos incumbe hoy por los difuntos.<br /><br />Según nuestra fe católica, se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y Misas por los muertos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina <br /><br />La Biblia nos dice que después de la muerte viene el juicio: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego viene el juicio» (Hebr. 9, 27). Después de la muerte viene el juicio particular donde «cada uno recibe conforme a lo que hizo durante su vida mortal» (2 Cor. 5, 10). <br /><br />Al fin del mundo tendrá lugar el «juicio universal» en el que Cristo vendrá en gloria y majestad a juzgar a los pueblos y naciones. <br /><br />Es doctrina católica que en el juicio particular se destina a cada persona a una de estas tres opciones: Cielo, Purgatorio o Infierno. <br /><br />-Las personas que en vida hayan aceptado y correspondido al ofrecimiento de salvación que Dios nos hace y se hayan convertido a El, y que al morir se encuentren libres de todo pecado, se salvan. Es decir, van directamente al Cielo, a reunirse con el Señor y comienzan una vida de gozo indescriptible «Bienaventurados los limpios de corazón -dice Jesús- porque ellos verán a Dios» (Mt. 5, 8). <br /><br />-Quienes hayan rechazado el ofrecimiento de salvación que Dios hace a todo mortal, o no se convirtieron mientras su alma estaba en el cuerpo, recibirán lo que ellos eligieron: el Infierno, donde estarán separados de Dios por toda la eternidad. <br /><br />-Y finalmente, los que en vida hayan servido al Señor pero que al morir no estén aún plenamente purificados de sus pecados, irán al Purgatorio. Allá Dios, en su misericordia infinita, purificará sus almas y, una vez limpios, podrán entrar en el Cielo, ya que no es posible que nada manchado por el pecado entre en la gloria: «Nada impuro entrará en ella (en la Nueva Jerusalén)» (Ap. 21, 27). <br /><br />Aquí surge espontánea una pregunta cuya respuesta es muy iluminadora: ¿Para qué estamos en este mundo? Estamos en este mundo para conocer, amar y servir a Dios y, mediante esto, salvar nuestra alma. Dios nos coloca en este mundo para que colaboremos con El en la obra de la creación, siendo cuidadores de este «jardín terrenal» y para que cuidemos también de los hombres nuestros hermanos, especialmente de aquellos que quizás no han recibido tantos dones y «talentos» como nosotros. Este es el fin de la vida de cada hombre: Amar a Dios sobre todas las cosas y salvar nuestra alma por toda la eternidad.<br /><br />Josep G. Trenchsnoreply@blogger.com