28 de diciembre: JORNADA POR LA VIDA

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Los costurones de la Moral

“Nadie echa un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor” (Mt 9, 16).

La historia de la humanidad se desarrolla siempre en un vestido viejo: en nuestro caso, sobre la cultura que venimos cultivando desde hace 2.000 años, sobrepuesta a otra cultura de no menor antigüedad. Es nuestro “contexto” original. Pero han ido surgiendo otros contextos que pretenden ser remiendos nuevos para tapar desgarros y desgastes del viejo vestido. ¿Y cómo queda el vestido con tantos parches de paño nuevo? En Canadá, por ejemplo, están enfrentados el Parlamento y la Corte Suprema, dando el uno prioridad a la libertad  de la mujer en cuanto al uso comercial de su cuerpo, y el otro priorizando su dignidad. Todo ello a cuenta de la legislación con la que “se normaliza” la prostitución como una profesión más, con todos los derechos y deberes y dignidad de cualquier profesión; y a no mucho tardar, con una formación profesional y todo. ¿Cuál es el contexto en que se mueve este debate?

Vi recientemente en un video cómo una mujer india comentaba sonriendo que se había desembarazado de 8 hijas recién nacidas: porque eran niñas. Lo que querían ella y su marido era un varón. De paso, ésa parece ser una magnífica fórmula de anticoncepción varonil. La señora concebía sólo hembras, que a efectos de actividad sexual era lo mismo que no concebir. De ese modo se ahorraba los anticonceptivos. Es la “cultura” en la que están inmersos. Para la mujer india, ahogar a sus hijas recién nacidas es el medio menos molesto de regulación de la natalidad. ¿Contexto de salud sexual y reproductiva? ¿Contexto económico? ¿Contexto demográfico? Para cada contexto hay un enfoque.

Si es por preservar la salud de la madre, el método de la liquidación de las niñas recién nacidas les saca gran ventaja tanto a los anticonceptivos como al aborto, que siempre representan un evidente riesgo para la salud e integridad de la madre. Y si es por política demográfica, no hay forma más segura de detener el crecimiento de la población, que reducir el número de hembras. Los números salen impecables. ¿Pero a qué precio conductual y social? Por ejemplo, el tremendo desequilibrio entre hombres y mujeres, con un horrible incremento de la barbarie sexual (tenemos ejemplos bien recientes: con violaciones colectivas, casi multitudinarias y con el consentimiento de tantos como para que esto sea posible). Pero eso no les importa a los planificadores. Lo que ellos manejan son números y valores muy cortoplacistas.

No perdamos de vista que estamos hablando de una pieza que corresponde a toda una construcción cultural y que “encaja” en ella mejor o peor. Son esos contextos culturales que, alejados de la Verdad de Cristo, caminan a oscuras: “tienen ojos y no ven, oídos y no oyen, pies que no caminan. No hay aliento en sus bocas” (Sal 115). Son aquellos contextos paganos de los cuales dice la Escritura: “Inmolaron a los demonios a sus hijos e hijas. Profanaron su tierra con sangre inocente” (Sal 105).

La cultura es un todo integrado: pero el mal desintegra y destruye también a las conciencias invenciblemente erróneas. Decía Malinowski, fundador de la Antropología social, que la cultura es “la herencia social. Una realidad instrumental que ha aparecido para satisfacer las necesidades que sobrepasan la adaptación del hombre al medio ambiente”. La cultura es un todo integrado, ciertamente. Pero si la injusticia más radical pudiera tener encaje en algún tipo de cultura, desencajaría radicalmente la nuestra. Y eso, mal que nos pese, ocurre también con el aborto y con la eutanasia, que fuerzan de tal modo la cultura en que pretenden insertarse (cristiana a pesar de todos los pesares), que la descuadernan y la desnaturalizan de raíz. Por eso, puestos a desnaturalizar la cultura en que estamos insertos, tampoco importa en exceso si el parche con que resolvemos nuestro problema demográfico sin recurrir a la clásica represión sexual, es el infanticidio o es el aborto. En ambos casos se mata a la criatura indeseada: en la civilización de “tecnología” más avanzada se pueden permitir matarla en el vientre de la madre sin poner apenas en riesgo su salud e integridad (y ojos que no ven porque no quieren ver…); en las civilizaciones más primitivas prefieren no arriesgar en absoluto la salud de la madre: por eso matan a la criatura después de nacer. Menos hipocresía…

Por supuesto que chirrían enormemente el aborto y la eutanasia en nuestra cultura, que ocupadísima como está en defender la vida del culpable de los peores crímenes, deja abandonada a su suerte la vida de los inocentes, a la que asigna un valor infinitamente menor que a la vida de los culpables: tanto, que convierte en absolutamente trivial la eliminación de inocentes, especialmente si son muy pequeños, si no han nacido, si son enfermos o minusválidos, si son demasiado viejos o simplemente incapaces de valerse por sí mismos. Y al mismo tiempo, esta singular cultura pone el grito en el cielo cada vez que en cualquier Estado del mundo se ejecuta a algún gran criminal condenado a muerte. ¿Pero alguien se siente interpelado por esa incongruencia?

Es que hay derechos que se han movido en el ránking de los valores: la modernidad ha decidido que el derecho a una sexualidad plena y sin cortapisas está por encima del derecho a la vida de los hijos que pudieran engendrarse como resultado del ejercicio de ese derecho. ¿Su límite? Lo determina la titular exclusiva de ese derecho: es la mujer mientras lo tiene cautivo en su vientre. En cuanto se corta el cordón umbilical que supuestamente hace de la madre y el hijo una sola persona con derechos (la madre, por supuesto); en cuanto se corta ese cordón, decae el derecho que tiene ésta de matar a su hijo. En otras culturas (en otros “contextos”), el nacimiento no extingue este derecho de la madre sobre el hijo.

Hagamos la lectura antropológicamente correcta: el derecho del hombre a una sexualidad sin límite alguno, se compensa con el derecho de la mujer a deshacerse del fruto de esa sexualidad. Así se ha intentado igualar en el plano sexual al hombre y a la mujer: sexo sin cargas para ambos, si exceptuamos la misma carga del sexo excesivo en el único bando en que el sexo puede ser excesivo y abusivo.

Por la misma razón de plena libertad sexual se ha desplazado el derecho del niño a nacer en una familia diseñada para ser lo más estable posible y a tener un padre y una madre. Ya no es el niño el sujeto de derechos fundamentales para su sana evolución, sino que lo son incluso sus “progenitores A y B”.    

Se ha movido también el orden de los derechos del enfermo y del anciano a su vida (a no ser eutanasiados) y el de la persona que los cuida (mayoritariamente la mujer) a su libertad y a hacer cómoda su vida. Este último derecho ha pasado por delante del derecho a la vida del anciano y del enfermo: la brillante solución es la eutanasia. Es la gloriosa época del predominio de los derechos de la mujer sobre cualesquiera otros.   

La conducta sexual que subyace a estos conflictos tiene un tratamiento específico en la cultura judeocristiana, la nuestra, cuya fuente documental nada equívoca en estos temas, es la Biblia. Estando vinculada a la reproducción y articulada con los grandes ejes de la conducta, es decir de la moral, no es posible mover sus paredes maestras y sus cimientos sin que se nos venga abajo todo el edificio de la moralidad, dejando abiertas de par en par las puertas a la inmoralidad: no exclusivamente a la sexual, sino a todo género de inmoralidad. Es que las leyes de la ingeniería social no difieren mucho de las leyes de la mecánica: es muy difícil que una pieza esencial y característica de una construcción, pueda ser sustituida por una pieza característica de otra: no hay manera de que funcione el invento, “el pedazo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón aún peor”.

¿Y qué ocurre cuando esta sociedad judeocristiana se empeña en alterar o sustituir la moral sexual, anteponiendo la “libertad sexual” (la auténtica es la del hombre) incluso a la vida de la criatura engendrada? Es un trueque moral tremendamente corrosivo y dramáticamente mal repartido. Ese ruinoso reparto (para él las ventajas, y para ella las cargas) envenena definitivamente la relación de pareja, hasta destrozarla. El vuelco que dan con él las conciencias es épico: y los resultados, catastróficos. Refirámonos sólo a dos de sus efectos: el crecimiento exponencial de la pederastia, sostenida por la próspera industria de la pornografía infantil, y la desarticulación del nido familiar, de manera que la formación de los hijos, la mayoría de matrimonios rotos y parejas desarticuladas -ahora también gays y toda la panoplia de sexodiversidad-, ya no es misión de los padres, sino del Estado y de los medios de comunicación.

Pero una vez que nos hemos lanzado por el pedregal, esa inmoralidad no se circunscribe a lo sexual, sino que alcanza a lo financiero (hemos visto con cuánta desvergüenza se han dedicado a robar los banqueros) y a lo político: en efecto, hemos contemplado estupefactos con qué inaudita desvergüenza se han dedicado éstos a echarles una mano a los banqueros para que éstos a su vez les ayudasen a mantener activos todos los tentáculos de su inmoralidad.

¿Y qué ocurre cuando las instituciones que tienen a su cargo la custodia del depósito de la fe y la moral en esta nuestra cultura, es decir todas las iglesias cristianas, la católica incluida, por alinearse con los innovadores deciden hacer una “lectura” del Evangelio “contextuándolo” con las nuevas y demoledoras ideas, a la luz de la cultura contemporánea? Pues ocurre que en la medida en que estas iglesias se apuntan a la demolición de los antiguos preceptos morales y a la tolerancia de sus contrarios demasiado teñida de connivencia, en esa misma medida se entregan a una inaudita orgía de inmoralidad, arruinando con ella estas venerables instituciones. Éste es el drama que sufre hoy la iglesia católica: un drama que no difiere excesivamente del que sufre el mundo al que tanto quiere parecerse (por amor al mundo, dicen). Un drama en el que la batalla contra el mal (si el mal ataca, habrá que presentarle batalla, ¿no?) todavía no ha terminado; y en el que el hospital de campaña que parece ser ahora la Iglesia, aún está sometido al fuego enemigo. Sólo una decidida e inequívoca militancia en el campo cristiano, puede minimizar el efecto de los cañones y reducir el número de bajas. Entre ellas, las producidas por el fuego amigo.

Custodio Ballester Bielsa, pbro.
www.sacerdotesporlavida.es

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20 comentarios

  1. Mn. Custodio, muchas gracias por su valiente artículo.

    SEXUALIDAD, LIBERTAD, AMOR

    El impulso sexual humano difiere del del animal, que está basado en comportamientos instintivos, dictados por la naturaleza, mientras que en el hombre la voluntad y, en consecuencia, la libertad tienen su palabra que decir. La tendencia sexual transciende el determinismo del orden biológico y, por ello, sus manifestaciones en el ser humano han de juzgarse en el plano de la responsabilidad moral, lo que es posible porque el impulso sexual no nos determina enteramente, sino que deja campo de acción a la libertad. Además, el aspecto social de la moral sexual ha de tomarse en consideración tanto o más que el aspecto individual, elevando sus manifestaciones no sólo a un nivel digno de las personas, sino también al del bien común de la sociedad.

    La castidad supone poner la sexualidad al servicio del amor, siendo para ello necesaria una educación que promueva y dirija gradualmente la persona, en las distintas etapas de su existencia, hacia su plena realización. La castidad conyugal será, por tanto, una virtud esencialmente dinámica, dada su estrecha asociación con el amor al servicio de la vida, y tratará de unir las inclinaciones de la carne con las del espíritu a fin de integrarlas y ponerlas al servicio del amor sobrenatural. En palabras más simples, la virtud cristiana de la castidad conyugal regula la actuación de la sexualidad humana dentro del matrimonio según la recta razón iluminada por la fe. La ética matrimonial cristiana valora el amor y la sexualidad y las considera dos realidades estrechamente unidas.

    Por el contrario, todo empleo no amoroso de la dimensión sexual humana, aun supuesto un acuerdo mutuo previamente establecido entre los interesados, supone una degradación de lo que debe ser expresión personal de amor; entraña por ello una cosificación del otro y una regresión egoísta, que transforma la dinámica altruista, propia del diálogo conyugal, en una búsqueda empobrecida del propio placer. Toda cosificación de la persona convierte en objeto a quien es esencialmente sujeto.

    La no apertura a la vida es también fundamentalmente un problema moral, que exige el cambiar de mentalidad a fin de considerar a los hijos como una bendición y no como una carga, recuperando el nexo íntimo que hay entre sexualidad y reproducción y siendo conscientes de que la fecundidad carnal tiene su sitio junto a otros valores y que los problemas morales deben ser resueltos con soluciones de generosidad y entrega. Hoy ya no basta la repetición de unas leyes, por muy verdaderas que sean, si no se indican al mismo tiempo los valores que en ellas se encierran. La gente tiene derecho a saber el porqué de lo mandado como imperativo moral y así hay que mostrarle los valores positivos de la sexualidad y el que ni las relaciones prematrimoniales ni las prácticas egoístas ayudan a la felicidad de la pareja. Sus interrogantes no son con frecuencia fruto de rebeldía o de falta de docilidad, aunque a veces se propongan en ese clima, sino que pueden ser un auténtico interrogante e incluso una manifestación de madurez humana y evangélica.

    La responsabilidad no empieza si se abandona al hijo al capricho egocéntrico propio de la primera infancia y a eso se le llama libertad. Empieza cuando se promocionan algunas conductas, comportamientos y valores y se erradican otros; cuando se le ofrece una información básica y clara de lo que está bien y de lo que está mal; cuando se marcan los cauces necesarios para la formación de su persona y la relación con los demás; cuando se le ofrece la posibilidad de un desarrollo afectivo e intelectual sólido y equilibrado; cuando le enseñan a crearse criterios y decidir; cuando le educan al ejercicio de la libertad; cuando no le niegan su posibilidad de crecer. En pocas palabras, cuando se le deja asumir y ejercer sus responsabilidades.

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  2. Mosén Custodio ha relatado las patologías del relativismo moral, enfermedad extremadamente grave y contagiosa de la sociedad moderna, es decir de la sociedad cristiana apóstata.

    Puesto que es una enfermedad, exige una cura. Esta cura depende de la causa que la ha ocasionado. Entonces, ¿cuál es la causa?

    Una de las causas del relativismo moral, es la pérdida de las cuatro virtudes cardinales; por tanto uno de los remedios sería su restauración tanto en la teoría como en la práctica.

    Las cuatro virtudes cardinales, son una sola cosa con tres aspectos. Las tres partes son: prudencia, la fortaleza y el autocontrol, que juntas componen la justicia.

    La prudencia significa saber la verdad, especialmente la verdad moral, la verdad sobre el bien que se debería hacer.
    La fortaleza significa la voluntad para escoger el bien.
    El autocontrol significa no seguir las pasiones. También se le llama templanza: templar los sentimientos o deseos, controlar los deseos, moderarlos, no fanatizarse por ninguno, como el alcohol, el dinero o el sexo.

    Hoy ha desparecido especialmente la templanza, que es la menos popular de todas las virtudes, la que realmente tiene mala prensa. Los psicólogos le dan el nombre de “represión”.

    Si se tira a la basura la “templanza”, como ya se ha hecho, termina uno y la sociedad en la basura. Si se pierde en la propia vida, la vida se destroza. Si se pierda en la sociedad, la sociedad se destroza.

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  3. La prudencia significa saber la verdad moral.

    Esa verdad expresada en la Teología del Cuerpo (JPII), dice que la huella de Dios se muestra en toda la Creación. Dios se dio en esa donación primera. Y concretamente esa donación se muestra en la sexualidad humana. Dios quiso expresar ese amor en el lenguaje del cuerpo masculino y femenino: el hombre está hecho para dar, la mujer para recibir.

    El plan de Dios era compartir con nosotros su divina comunicación de amor ya que la Trinidad es una Comunión de Amor. Dios hizo al hombre a su propia imagen y semejanza, es decir no solo en su humanidad, sino también por medio de la comunión de personas que forman el hombre y la mujer desde el Principio.

    Diseñó el cuerpo humano con un atributo nupcial, es decir con la capacidad de expresar el amor. El amor precisamente en el cual la persona se convierte en regalo para el otro y por medio de este regalo cumple con el propósito de su existencia que es reproducirse. Así es cuando la sexualidad humana realiza todo su verdadero significado humano y personal, entonces  podemos decir que esa sexualidad es a imagen de Dios.

    Para un católico, el varón y la mujer llegan a ser no solo signo de la donación de Dios, sino Sacramento de la donación perpetua entre Cristo y su Esposa la Iglesia.

    Se separó la acción procreadora del placer con el descubrimiento de la píldora. Y el cuerpo habla.

    El uso de anticonceptivos dice: “yo quiero placer, no quiero un bebé”
    El aborto dice: “quise placer, no quise un bebe.
    Nunca se pondrá fin al aborto hasta que no se ponga fín a los anticonceptivos.

    En el Credo decimos “Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida”. Cuando se usan anticonceptivos, el cuerpo dice que no quiere vida, el cuerpo está hablando, y el Espíritu Santo no puede venir. Con esta esterilización corporal se “cierra el corazón”.

    Satanás, en el Principio atacó esta unión. Adán y Eva se “sintieron desnudos”, sintieron que podían “usar” al otro en vez de “amarlo”. Y Satanás prosigue con su ataque.


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    1. Laura S, me produce horror sin límites cualquier asesinato, sea éste un aborto o un estado que decide poner fin a la vida de un posible delincuente, Y ruego a Dios no hallarme en tu piel el día que puedas ser víctima de una violación múltiple (o un padre violento, o vete tú a saber) y ese semen de malnacidos produzca en tu útero una vida que jamas pediste, y menos con placer. Pero como todo lo que no sea blanco o negro aquí se desprecia olímpicamente, no tengo más remedio que hacer mía la oración de Charles de Focauld, ya sabes, "Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias, no deseo nada más, lo acepto todo con tal que tu Voluntad se cumpla en mí con todas tus criaturasporque deseo darme sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre."
      anscariusbarchinonensis@yahoo.com

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    2. Anscarius

      Cierto, hay hijos que no son producto del placer. Pero la proporción es ínfima.

      Aun así es vida humana engendrada. Y el derecho nos dice que una vida humana no se puede eliminar, para evitar un posible problema de no ser asumido psicológicamente por la madre. Incluso en el caso de incapacitación mental.


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    3. Laura S:

      "Vale más casarse que abrasarse", creo que dijo San Pablo.
      A mi, eso me parece un reconocimiento de la pulsión sexual y cde la potencia que llega a tener.
      No estoy diciendo que la Iglesia no tenga razón en lo que dice sobre el fin reproductivo del matrimonio, pero creo que al común de los mortales (yo, por ejemplo), no se nos ha explicado demasiado bien.
      Y lo que desde luego no se puede hacer nunca es sacar el tema del preservativo al hablar del aborto. Nunca. Porque el preservativo banaliza el aborto. Eso es lo que hacen los laicistas para intentar pasar el aborto como un tema de moral exclusivamente católica y no como el genocidio programado que es.

      Anscarius:
      Su argumento produce escalofríos. Es el argumento falaz del enemigo. Pone usted el caramelo de que le producen horror todos los asesinatos y luego acude al "sentiment" con lo de la violada. Eso es jugar sucio, o al menos me lo parece a mi. No digo que usted lo haya hecho a propósito, pero es un argumento muy peligroso.
      Un saludo



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    4. Lamento coincidir -bajo su juicio- con los postulados del enemigo, que imagino identificamos como el padre de la mentiira.No es la intención ni de lejos. Es una forma de señalar a los que creen que el blanco y negro son clarísmos bajo la óptica propia y difusos bajo los queno piensan como yo. Le expongo el caso de lo que ocurrió con 4 monjas violadas en Congo bajo pontificade de Pablo IV en los años 70? No me diga que si me planteo interrogantes que no coinciden con la supuestas verdades oficiales soy aliado del mal, por favor. Y no me parece nada peligroso afrontar sin prejuicios cualquier tema para evitar que el común de los mortales ande desorientado cuando suceden este tipo de cosas. Es que si no, la feligresía siempre anda como si fueran niños que no pueden utilizar algo que Dios nos ha dado: el intelecto, la propia conciencia y la libertad, que el Magisterio nos da a entender clarito en Vaticano II. Aún en 2013 he conocido adultos que consultan "el índice" de libros no recomendados para saber, en su minoría de edad psíquica, qué pueden o no pueden leer...
      Ans.

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    5. Anónimo 16,30

      La castidad matrimonial se tendió a confundir con la ausencia de placer sexual en las relaciones abiertas a la vida. Procedía la idea de anteriores filosofías platónicas en que solo el espíritu de la persona importaba. Sin embargo JPII integró el cuerpo en la vivencia de la comunión sexual. En el principio Dios creo a Adán y Eva con ese diseño de cuerpo, con esa sexualidad para mutuo intercambio, se amaban. Solo después del engaño del demonio se dieron cuenta de que estaban desnudos, se tapaban por pudor. Se dieron cuenta de que podían “usar” al otro en vez de “amarlo” como anteriormente.

      Juan Pablo II vivió los tiempos de la Humanae Vitae. Sus escritos sobre este tema han supuesto una revolución en el entendimiento de la sexualidad humana. Como detalle diré que era la primera vez que un Papa hablaba con naturalidad del “orgasmo femenino”.

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    6. Sí, es un gran detalle obviado en veinte siglos de historia cristiana donde la mujer ha sido cuando menos ninguneada en las cuestiones más básicas. Reconocer a JPII su naturalidad como la excepción de lo que ha ocurrido no nos exime como católicos de hacer autoreflexión.

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    7. Anónimo: 00:13, repase un poco de historia Europea, y dígame si figuras como Sta. Brigida, Sta. Catalina de Siena, Sta. Teresa de Jesus, Sta. Clara de Asis, Hildegarda Von BIngen, y un largo etc. demuestran que la mujer fue ninguneada. Le advierto que los tòpicos suelen ser falsos.

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    8. Ans: yo he conocido adultos que eran tan adultos, y tan seguros de si mismos, que después de leer libros no recomendados, han perdido la fe, la moral, y incluso alguno ha destrozado a su família. Eso si, después de todo el panorama que han dejado, ellos se consideran que tienen razón.

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  4. Los mismos que hasta hace poco condenaban al Socialismo Nacional (conocido falsamente como nazi) por "su pureza racial" son los mismos que ahora se felicitan por exterminar a los "no aptos" (aborto, eutanasia) según el mismo criterio condenado. No solo es relativismo es ESQUIZOFRENIA SOCIAL.
    El Socialismo Internacional (conocido como comunismo) es el factor desencadenante de esta grave enfermedad, en su PARANOIA de "hombre nuevo" y en la actualidad con "genero" nueva forma de comunismo totalitario.

    Gracias Mn. CUSTODIO por sus buenos artículos,

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  5. “Marcha Memorial”

    Por los niños exterminados con el aborto
    20,30 Hospital de Sant Pau-Sagrada Familia

    Hoy 28 de diciembre:

    La Sagrada Familia abre sus puertas para concluir la “Marcha Memorial”


    http://marchavida.derechoavivir.org/
    http://abortocero.org

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  6. No son solamente buenos articulos .el valiente Sr Custodio Ballester esta ya en las trincheras capeando y enfrentando el " fuego amigo " que nos toca las narices con tanta violencia .

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    1. A las trincheras con buen corazon y mucho animo ! , sin desfallecer ante la palpable desolacion abominable que nos rodea .

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  7. De acuerdo con todos los que están en contra del aborto y de la utanasia: son dos crímenes disfrazados por eufemismos. Lo que tengo por seguro es que la muerte no mata la vida y esa esperanza cristiana, o mejor católica, es la que da sentido a la vida eterna en Cristo Jesús. Todo lo demás, aun estando bien, a mí me sobra.

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    Respuestas
    1. 16,13

      Eso, mejor no invertir ni un penique para no tener que devolver ni la calderilla el Ultimo día, ya que todo eso le sobra.

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  8. En el día de hoy, no puedo menos que agradecer de corazón al padre Custodio su artículo. "Dejad que los niños se acerquen a Mi" Esa es la voluntad de Nuestro Señor, y no hay matiz.
    Una sociedad que "legisla" para hacer del asesinato del más inocente una acción legal, es una sociedad profundamente enferma. Si, muy profundamente.

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  9. SI A LA VIDA por Francisco Marhuenda.

    El aborto no es un derecho sino un despropósito. No estamos ante un debate político, ideológico o religioso, sino ante la responsabilidad de garantizar el derecho a la vida.

    El no nacido es un ser humano que necesita ser protegido y que está indefenso. No existe ninguna razón que justifique que no complete el ciclo que le llevará al nacimiento. Es incomprensible que se esgrima el derecho de la mujer a usar como quiera su propio cuerpo como si el nasciturus no existiera.

    Por tanto, estamos ante un debate médico y ético.

    La primera consideración es determinar si el nasciturus es o no un ser vivo que tiene derecho a la vida. No conozco ningún informe médico que diga que no estamos ante un ser humano que se abre camino hacía la vida plena.

    La segunda consideración es ética. ¿Nos asiste el derecho a acabar con una vida?

    El derecho a la vida y el acabar con la arbitrariedad de los poderes públicos fueron algunos de los avances decisivos que se impulsaron con el ciclo de las revoluciones liberales. La vida se convirtió en un bien muy preciado, como tiene que ser, y no creo que nadie tenga derecho a acabar con ella. Una conclusión lógica de ese proceso ha sido acabar con la pena de muerte en la mayor parte de las democracias, aunque existan lacerantes excepciones en grandes naciones como Estados Unidos o Japón.

    Los que defienden el aborto como un derecho de la mujer son incoherentes, porque están impidiendo el derecho a la vida del nasciturus. Hay gente que defiende el derecho de los animales y que no sean utilizados en experimentos científicos mientras consideran razonable el aborto.

    Hay quien se escandaliza con el tabaco y se pone en las cajetillas que fumar comporta riesgo de muerte, pero en cambio les parece razonable la muerte de un ser indefenso.

    Les parece bien que una adolescente pueda abortar sin el permiso de sus padres, pero le niegan que pueda hacer cosas menos graves como comprar una cajetilla de cigarrillos. El aborto es un retroceso histórico y una arbitrariedad inaceptable, porque antepone el presunto bienestar de la madre a los derechos de un ser inocente que no es culpable por haber sido concebido.

    El proyecto de ley orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada es un avance histórico y un signo de progreso, porque los más de cien mil abortos que se realizan en España cada año son un signo de decadencia y una injusticia abrumadora. Gallardón es el blanco de los injustos ataques de los que miran con indiferencia la vida humana.

    Es muy positivo escandalizarse ante la pena de muerte, las guerras o los horrores que se cometen en muchos países del mundo, pero es incomprensible que no tengan la misma sensibilidad a la hora de proteger la vida del concebido.

    Rajoy ha acertado al impulsar una reforma que se ajusta al marco constitucional y que no criminaliza a la mujer embarazada que aborte, porque nunca será penada. La segunda parte de esta histórica reforma legal tiene que ser ayudar a las mujeres para que no se produzcan embarazos no deseados y cuando suceda que cuenten con medios para que el embarazo llegue a buen término. Hay que respetar la libertad sexual de hombres y mujeres, pero esto no es incompatible con una mayor información sobre los riesgos que comportan los embarazos no deseados.

    Las administraciones tienen un papel muy importante a la hora de conseguir que no se frivolice en este terreno y que el aborto no sea el camino fácil tras una relación sexual sin ningún tipo de precaución. La mujer es libre de tener relaciones sexuales, ya que es algo que afecta a su intimidad, pero éstas no tienen por qué concluir con un embarazo. La reacción ante esta reforma legal es un auténtico despropósito y no se quita ningún derecho, sino todo lo contrario. Se pone punto final a una arbitrariedad y se salva la vida de seres inocentes.

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  10. Como continuación al importantísimo tema del escrito de hoy, creo que hay que dar relevancia al "ataque" directo sufrido por los católicos de la parroquia de San Felix de Sabadell: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33010
    Se van dando pasos en una dirección terrible que no presagia nada bueno. Intolerantes y cobardes:
    - Se llenan la boca de demócratas, pero solo para lo que coincide con sus postulados, ...su talante democrático es inexistente y solo una envuelta retórica.
    - Cobardes porque plantean su agresión en lugares donde difícilmente su físico corre riesgo, la Iglesia católica de una parroquia donde la asistencia mayoritaria es de personas mayores y pacíficas. ...¿Mezquitas?....no, no, quita, que ahí te dan de lo lindo...aunque también estén contra el aborto.....

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